Como muchxs sabéis estamos sufriendo un cruento y violento ataque liderado por algunas personas transactivistas y algunxs de sus simpatizantes, quienes nos acusan falsamente de difundir el odio y la transfobia contra las personas, y especialmente, las mujeres trans por decir lo que el feminismo lleva más de tres siglos diciendo, que el género es un constructo social y cultural opresor patriarcal, no una identidad. Dichas personas están llevando a cabo una campaña de acoso e incitación a la violencia tanto hacia nuestra página como hacia las administradoras con el fin de tumbar y silenciar tanto la página, como nuestros perfiles personales, y los de todas aquellas personas que nos defiendan, utilizando la estrategia de la denuncia masiva de contenidos, aunque estos no incumplan ninguna política de Facebook.
Quien nos siga desde hace años sabrá del compromiso de esta página con todos los grupos oprimidos y discriminados por el patriarcado, incluido el colectivo trans. Quien nos siga desde hace años sabrá también que nunca hemos invisibilizado sus violencias ni negado su autodeterminación, sino todo lo contrario, hemos denunciado siempre las violencias que sufren, hemos defendido sus derechos y nos hemos alegrado por sus logros. Por eso, más que palabras, aportamos pruebas de posts colgados en nuestra página a lo largo de los últimos años y anteriormente a este conflicto en apoyo a este colectivo por parte de esta Plataforma.
Tenemos muchos motivos para sospechar que este ataque, camuflado de acusaciones de transfobia, tiene otros intereses económicos e ideológicos ocultos. Creemos fehacientemente que quieren quitarnos de en medio por nuestro firme compromiso abolicionista frente a la prostitución, tanto de calle como la filmada (pornografía), y por nuestra repulsa hacia los úteros de alquiler y compraventa de bebés, motivos por los cuales llevamos mucho tiempo recibiendo ataques organizados e intentos de censura llevados a cabo por parte de lobbies proxenetas, regulacionistas pro vientres de alquiler, puteros y machistas, así como nuestra lucha contra las farmacéuticas que tanto están invirtiendo en partidos tanto de izquierdas como de derechas, en organizaciones públicas, ONG’s, colegios, institutos y Universidades para promover el uso de bloqueadores hormonales en niñxs, tal y como hace el lobby proxeneta para blanquear la prostitución. En resumen, nuestra postura abolicionista del género (algo que lleva reclamando el feminismo, repetimos, 3 siglos) es muy incómoda también para el lobby farmacéutico que está poniendo una pasta gansa en partidos y universidades públicas y privadas para defender sus intereses económicos a costa del sufrimiento de las personas trans, pues las están instrumentalizando con fines espurios.
Las personas que están liderando el ataque, a quienes no vamos a nombrar para no ponernos a su altura, aunque sabemos quienes están detrás de esta campaña de acoso, son auto declaradas regulacionistas y defensoras de la mercantilización y cosificación de nuestros cuerpos y úteros, solo basta con poner algunas palabras claves en google o twitter, o youtube y verán sus comentarios y vídeos, tomen sus propias conclusiones. Creemos que, como no han logrado hacernos caer por nuestra postura abolicionista, cada vez más aceptada, y creciendo cada vez más (afortunadamente y mal que les pese), han querido usar la excusa de la transfobia, algo muchísimo más condenable socialmente y a lo que nadie puede hacer oídos sordos, lógicamente, para silenciarnos, para acabar con nuestra reputación y por ende, con una página, muy incómoda para los intereses de las mafias del sexo, los puteros, lxs pro regulación de la prostitución y los lobbies pro vientres de alquiler y los lobbies farmacéuticos.
Próximamente publicaremos un comunicado desde este mismo blog explicando con detalle nuestra postura y el motivo de las discrepancias que han dado pie a este y otros conflictos tanto en nuestro grupo como a nivel global. Sólo decir que nos parece súper injusto y desproporcionado el escarnio público, las amenazas, la violencia y la caza de brujas a las que nos están sometiendo estas personas por defender algo que lleva toda la vida exigiendo el feminismo. De momento, les dejamos con unos ejemplos de la integración en la lucha feminista de PAP de las personas transexuales durante todos estos años.
NI PODRÁN CON NOSOTRAS, NI PODRÁN CON EL FEMINISMO.
GRACIAS POR DIFUNDIR Y POR TODO VUESTRO APOYO.
GRACIAS DE CORAZÓN POR TODO VUESTRO APOYO.
CARTELES HECHOS POR NUESTRAS QUERIDAS SEGUIDORAS EN NUESTRA DEFENSA
O mejor dicho, de poner un hombre en tu vida, ante todo, procura que sea feminista.
¿Por qué? Pues porque sólo una persona que te vea como igual te tratará como tal, con el respeto, la cooperación, la dignidad, la dedicación, los derechos, la equidad, la escucha, la honestidad y el trato justo que mereces.
Sí, lo sé, es muy fácil decirlo, pero, ¿cómo encontrarlo?
Primero que nada, y por opuesto que parezca, no “necesitando” a ningún hombre en tu vida. Conociéndote, queriéndote, mimándote, sabiendo estar bien sola, conociendo cómo colmar tú misma tus necesidades, siendo auto suficiente, y jamás poniendo tu felicidad, tu equilibrio mental, tu autoestima y tu valor en manos o boca de nadie.
Si no aprendemos a estar solas, a ser felices y a disfrutar de nuestra propia compañía, difícilmente podremos elegir con autonomía. Tenderemos a tirarnos en los brazos del primero que nos prometa llenar el vacío que traemos, sin pararnos a pensar en si esa persona realmente es buena para nosotras. Las consecuencias pueden ser nefastas.
Si consigues lo anterior, que no es nada sencillo tal y como está planteada la sociedad que considera la soledad femenina como un fracaso, tendrás un gran camino andado.
Lo segundo que necesitas es saber dónde están tus límites y NO saltártelos.
Has de tener claro cuáles son las cosas que no soportas y con las que te niegas a vivir. Escríbelas en un cuaderno si hace falta para tenerlo siempre presente, y si identificas alguna de ellas en la persona con la que estás y ves que no está dispuesto a modificarla, adiós, bye,sayonara. A menos que quieras vivir sufriendo, que con alta probabilidad no será el caso (a menos que te mientan y te lo oculten, para lo que debes tener siempre un plan de escape).
Recuerda siempre que esa popular frase de “si tú no te respetas, nadie lo hará”, es una verdad como un templo, pura matemática, y si no me crees, simplemente prueba a hacerlo y te sorprenderás. Cuando te respetas no permites que te pisoteen de ninguna manera, no vives con algo que te resulta insoportable, lo cortas ipso facto. Y para tener la fuerza para hacer esto es muy importante trabajar y reforzar la autoestima que la sociedad patriarcal y su publicidad se empeñan en destrozarnos desde la infancia a las mujeres, con el objetivo de controlar nuestro comportamiento, nuestro físico y nuestro consumo.
Por otro lado, si la persona con la que estás sabe que eres inflexible en esos puntos, si quiere seguir a tu lado se lo pensará mucho antes de jugársela a todo o nada.
Todo esto te facilitará enormemente el tercer paso: no salir con hombres machistas.
Algo que, aunque pueda parecer fácil, no lo es. Una, porque son mayoría, y otra, porque cuando a un hombre machista le gusta una mujer, especialmente si sabe que no tiene “compromiso” (aunque a veces aunque lo tengan lo intentan igual), incluso aunque ella sea feminista, no se rinde fácilmente y utilizará todas sus artimañas para conseguirte, te prometerá la luna, te dirá lo que quieres oír, se hará pasar por lo que no es… Sí, has mal pensado bien: «incluso serán capaces de hacerse pasar por un hombre igualitario-feminista».
Un hombre machista tampoco entenderá que una mujer pueda ser enormemente feliz sola, o lo que viene a ser lo mismo, que pueda ser feliz sin un hombre. Así que no pierdas el tiempo tratando de explicárselo, porque intentará convencerte por todos los medios de lo equivocada que estás y de lo mucho que le necesitas en tu vida.
Por eso mi consejo es que si ves venir o intuyes a uno de estos elementos no le digas que estás libre, lleva una alianza de emergencia en el bolso, dile que eres lesbiana, que estás casada, arrejuntada, que te vas de misionera a Tombuctú, que tienes un herpes, lo que sea. Pero por lo que más quieras, si no quieres tragarte una y otra vez el show de macho alfa en pleno cortejo de apareamiento, dándole la oportunidad de manipularte y sucumbir (aunque sea para que se calle), no le des un sólo atisbo de disponibilidad.
Si logras resistir, te aseguro que por descarte y probabilidad (porque muy posiblemente tendrás que dar unas cuantas calabazas), tarde o temprano te encontrarás con uno de esos seres maravillosos: un hombre igualitario. Conviene resaltar que, si todas hiciéramos lo mismo y nos negáramos a salir con especímenes de Atapuerca, no les quedaría más remedio que evolucionar si quieren seguir perpetuando la especie.
Uno de los errores más graves que cometemos en el amor, especialmente las mujeres debido a la educación patriarcal recibida y la idealización del amor romántico- aunque nos puede ocurrir a todas/os en general, es enamorarnos primero, y conocer a la persona después, cuando tendría que ser justamente al revés: hay que elegir compañero con el cerebro racional.
El amor a primera vista es una trampa cultural y biológica, pura idealización, y este tipo de amor romántico que nos mete la cultura con calzador es altamente peligroso para la salud física y mental de las mujeres. Aunque compartimos el mismo mundo y al nacer somos seres muy parecidos, la sociedad nos segrega y nos educa por sexos. A ellos, salvo casos excepcionales, no se les educa para que el amor sea «el todo» como a nosotras, no se les mete el cuento de la princesa azul y el amor para toda la vida, se les educa en sentido contrario, y para todo lo demás; para las grandes hazañas, para separar amor de sexo al mismo tiempo, para la promiscuidad y las conquistas, para ejercer el liderazgo, y muy a menudo, para no considerar siquiera sujetos de derecho a las mujeres, sino objetos sexuales, chachas, mamás, educadoras, psicólogas, o una mezcla de todo junto.
Son pocos los que, educados en esta sociedad patriarcal, nos ven realmente como iguales y merecedoras del mismo respeto y reconocimiento que se guardan para sí mismos. Es una cuestión educativa y cultural. Por suerte, no son todos, algunos reciben una educación distinta en casa o han sido capaces de abstraerse y rebelarse contra esta cultura. Pero para la mayoría el amor simplemente es un complemento más al igual que las mujeres: cosas perfectamente intercambiables. Especialmente cuando dejamos de serles útiles, y ya no digamos cuando empezamos a exigir igualdad, colaboración y respeto, ¡¡cómo nos atrevemos!!
Por ello, no está de más conocer cómo funciona nuestra mente cuando nos enamoramos. Si entendemos que es una respuesta biológica irracional de nuestro cerebro primitivo cuyo único objetivo es el apareamiento y la perpetuación de la especie, y no nuestra felicidad, ni nuestra salud mental, ni la construcción de relaciones sanas y equilibradas, ya sea a corto o a largo plazo, podremos elegir mejor y no caer en las trampas de la cultura machista y la biología.
Porque si simplemente nos dejamos llevar, pasa lo que pasa: cuando empezamos a verle los colmillos al lobo, y sale a flote su verdadera personalidad, esa que nos ocultaban al principio mostrándonos solo lo que queríamos ver y oír, ya estamos enamoradas hasta la médula, enganchadas emocionalmente, y eso nos puede dejar incapacitadas para reaccionar y salir de relaciones que nos hacen sufrir, nos maltratan y hasta nos matan.
Pocas cosas hay tan cobardes y rastreras como obligar a alguien a vivir con lo que no quiere valiéndose de la mentira para negarle a la otra persona el derecho y la libertad de elegir, pero por desgracia esto sucede continuamente y tenemos que tenerlo presente. No se trata de ir desconfiando de todo el mundo, sino de estar alerta y preparadas para correr si hace falta. Debemos dejar y tener muy claro que por mucho que nos juren amor eterno, en el momento en que falte el respeto, ahí se acabó el amor para nosotras.
La doctora Clarissa Pinkola Estés, hace hincapié en su libro Mujeres que corren con lobos, en una herramienta fundamental para enfrentarnos a ese tipo de depredadores emocionales: la intuición.
Barba Azul representa al hombre oscuro que habita en la psique de todas las mujeres, es el depredador innato. Es una fuerza que hay que refrenar, y para hacerlo, las mujeres deben conservar sus facultades instintivas: la perspicacia, la intuición, la resistencia, la capacidad de amar con tenacidad, de sanar intuitivamente y de cuidar su creatividad, la aguda percepción, la agudeza auditiva. Barba Azul es la figura psíquica que se opone a todo ello.
Para desarrollar la conciencia, hay que buscar lo que se oculta detrás de lo directamente observable. Barba Azul es la tendencia de la psique que nos impide buscar detrás de lo visible, es la que prohíbe abrir la puerta que esconde los cadáveres. Para resistir al depredador, las mujeres han de decir su verdad con voz clara.
Las mujeres que no saben identificar al depredador que se aloja en su psique pueden pertenecer a dos categorías: la de las no iniciadas, las jóvenes e ingenuas o bien aquellas cuyo instinto ha sido dañado. La cura, tanto para una como para otra, es escuchar la propia intuición, la propia voz interior, (la meditación).
El gran poder de la intuición está formado por una vista interior, un oído interior, una percepción interior y una sabiduría interior tan veloces como un rayo.
Se alimenta a la intuición prestándole atención. ¿De qué sirve una voz sin un oído que la reciba?
Nos ahorraremos mucho sufrimiento si escuchamos a esa joya que habita en nuestro interior llamada intuición, esa inteligencia inconsciente que raramente se equivoca y pocas veces escuchamos.
Aunque nunca hay garantías, hay lugares donde es más probable encontrar hombres igualitarios; áreas de igualdad de partidos de izquierda-comunistas-socialistas, organizaciones de hombres igualitarios, anti patriarcales y feministas, que viene a ser lo mismo, etc., la verdad es que pueden estar en todos lados.
Pero mucho ojo, porque incluso en esos lugares hay mucho/a machista encubierto.
Hombres apoyando en «La Marcha de las putas». Protesta, no a favor de la prostitución, sino contra la culpabilización de las mujeres en los casos de violación, abuso sexual y acoso por cómo van vestidas, o por haber consumido alcohol.
Y, por último, no te olvides del pensamiento y del lenguaje en positivo porque atraemos lo que proyectamos y pensamos. Si nos pasamos la vida diciendo lo que no nos gusta y hablando sólo de lo negativo, ocurrirá lo mismo que cuando nos falta autoestima y tenemos el mismo discurso negativo con nosotrxs mismxs, que con alta probabilidad acabaremos atrayendo el tipo de personas y situaciones que odiamos y queremos evitar, porque el resto, con esa actitud difícilmente se nos va a acercar.
Mejor hablar en positivo, ser asertiva, decir lo que quieres y poner tu intención en ello, así tendrás muchas más probabilidades de atraer a personas en la misma onda que respondan a esa energía que transmites y de reconocerles cuando les tengas cerca.
También es de mucha utilidad la redacción y visualización de lo que quieres encontrar: fijar objetivos concretos ayuda a la mente a enfocarse consciente e inconscientemente en aquello que queremos y a descartar lo que no nos interesa con mayor claridad y facilidad.
Aun con toda la información del universo, una cosa es saber la teoría y otra aplicarla, eso es lo más difícil. Por ello, puede que aunque tengas todas las herramientas del mundo caigas en la red de algún indeseable, es algo que nos puede pasar a todas, incluso aunque estemos seguras de lo contrario. Lo importante es que una vez enfrentes la situación hagas todo lo posible por salir de ella.
Pero lo más importante de todo es no olvidarte nunca de ser tu mejor amiga, de quererte, protegerte, y ser fiel a ti misma y a tu intuición. Nadie externo cumplirá estos papeles mejor que tú.
Si tú sabes lo que vales, ve y busca lo que mereces.
Autora: A. Aguilar para Plataforma Anti Patriarcado
*Nota de la autora: El texto está escrito en masculino y dirigido principalmente a mujeres y hombres heterosexuales porque son las relaciones donde más violencia y asesinatos se producen debido a la perjudicial idealización del amor romántico heteropatriarcal y heteronormativo, pero perfectamente se puede aplicar a parejas del mismo sexo ya que entre éstas también se reproduce el patriarcado y también existen personas machistas.
Otros artículos de gran interés sobre la autora aquí.
Resumen
La psicopatología social desde sus comienzos ha relacionado civilización con patología. Y actualmente son las patologías narcisistas las que mejor describen el malestar. La prostitución es planteada como una patología del capitalismo neoliberal; una cultura psicópata basada fundamentalmente en la cosificación-mercantilización-, y una violencia impune cimentada sobre relaciones de (abuso de) poder, para satisfacer una serie de necesidades a una parte de la población-masculina-. El capitalismo no es sino la extensión del patriarcado más allá de la familia, siendo el modelo de explotación y esclavismo capitalista, la explotación de la mujer por el hombre. El capitalismo así se erige como heredero de los valores patológicos patriarcales, valores en cuanto a su contenido que casan con rasgos psicópatas y perversos. En la mente patriarcal se encuentra la raíz del mal de nuestra civilización. Los patriarcados contemporáneos aplican la lógica económica a las relaciones de género, de tal manera que la prostitución representa una forma más de esclavitud (sexual) femenina, está estrechamente imbricada con la criminalidad, al límite entre la economía legal e ilegal. La socialización moderna supone la banalización del mal, es decir, la enculturación de la sociedad en la barbarie a través fundamentalmente de la economía y la legalidad.
SOCIEDAD ENFERMA O MALDAD
Somos ya unos cuantos autores que afirmamos que la sociedad está enferma. Pero,
¿enferma de qué? ¿qué le pasa? ¿cuál es el diagnóstico? Bastantes autores hablan de
sociedad y narcisismo, la cultura del narcisismo, el vacío (Lowen, 2000, Lasch, 1991,
Lipovetsky, 1993). Al respecto, «Pocas dudas puede suscitar la idea de que nuestra
sociedad cultiva el narcisismo de un modo desaforado» (Garrido, 2000, p. 92). Y dentro
de este registro patológico, la psicopatía parece ser el espécimen que mejor se adapta a
nuestros tiempos. Así «Alan Harrington escribió en 1972 en su libro Psicópatas que lo
que “anteriormente se diagnosticaba como una enfermedad mental se ha convertido en
el espíritu de nuestro tiempo”» (Ibid, p. 85). Y es que cada vez más autores
especialistas en el tema coinciden en afirmar que «la sociedad se está volviendo más
psicopática» (Pinker en Dutton, 2018, p. 152). Clive R. Boddy «afirma que son los
psicópatas, sencillamente, los que se encuentran en el origen de todos los problemas.
Los psicópatas (…) se aprovechan de “la naturaleza relativamente caótica de las
empresas modernas”» (Dutton, 2018, p. 156). Robert Hare (2003) dirá que «nuestra
sociedad se está moviendo en la dirección de permitir, reforzar e incluso valorar
algunos de los rasgos patológicos enumerados en el Psychopathy Checklist – rasgos
como la impulsividad, la irresponsabilidad, la falta de remordimientos, etc.- (…). Una
“sociedad camuflada”, donde los verdaderos psicópatas se pueden ocultar muy bien»
(pp. 230-231). Es conocido el hecho de que «para mantenerse como tal y reproducirse,
cada marco social requiere de un modelo de sujeto que lo posibilite, para lo cual todas
sus instituciones buscan tal construcción» (Guinsberg, 1994, p.23).
Cuando leemos sobre las características de la persona psicópata, los criterios
diagnósticos, sobre todo aquellas que hablan de falta de interiorización de normas y
leyes, ausencia de remordimiento y culpa, resulta harto difícil no reparar en el
funcionamiento político y económico de nuestras sociedades. Cuando leemos que las
leyes y normas no van con estas personas, no podemos dejar de pensar en el
funcionamiento político de las «democracias» actuales. Cuando leemos que en las
personas psicópatas, domina una lógica perversa e instrumental, no podemos por menos
de pensar en el funcionamiento de grandes empresas y corporaciones. Cuando leemos
que las personas no les importamos en absoluto, pues sólo nos ven como meros objetos
o instrumentos para conseguir sus fines (Piñuel, 2008), no podemos dejar de pensar en
la lógica subyacente del capitalismo. El ser humano no importa al capital. El dinero no
tiene ética ni moral. Quien dice dinero, dice negocios, dice empresas, dice corrupción,
dice política, dice especulación, pero dice sobre todo de aquellas personas que están
detrás de este tipo de mercadeo: los psicópatas. De la misma manera que la ley dice que
el no conocerla, no exime de cumplirla, el hecho de no saber que una persona se
comporta como psicópata no exime de serlo.
Ahora bien, el capitalismo no es sino la extensión del patriarcado más allá de la familia
hacia lo político y económico (Naranjo, 2018). El modelo de explotación y esclavismo
capitalista se basa en la explotación de la mujer por el hombre, su domesticación, su
esclavitud doméstica y reproductora. El capitalismo es heredero de los valores
patriarcales; en ellos se encuentra la raíz del mal (Ibid). En la mente patriarcal está la
raíz del mal de nuestra civilización.
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No obstante, el mal tiene un nombre y un diagnóstico: psicopatía. Esta anomalía –
situada en el registro narcisista– es muy «particular». La primera y más importante
particularidad es que no es posible comportarse como si lo fuera, sino que es una forma
de ser y de estar en el mundo (Marietán, 2008). Representa a un porcentaje de la
población, dicen que alrededor del 3 ó 4% de la población. Se trata, al parecer, de una
patología innata, no adquirida. No obstante, algunos autores también afirman que es
posible actuar y transformarse en una persona psicópata (Piñuel, 2008). Si vivimos
inmersos en valores psicópatas, si estamos gobernados por psicópatas, si trabajamos con
(y para) psicópatas, aumentamos considerablemente la posibilidad de convertirnos en
psicópatas, pues el medio de socialización es fundamentalmente psicopático. Resulta
imposible estar sano en un medio enfermo. La comprensión a esta cuestión nos la da
claramente Iñaqui Piñuel (Ibid): vivimos en una sociedad cuyos valores favorecen el
desarrollo de todo un narcisismo social. Las principales instituciones educativas y
socializantes resultan altamente tóxicas porque estas van progresivamente
socializándonos en estos valores basados en la carencia de una internalización de las
normas éticas o morales. Dada la evolución social, cultural, política y económica, la
autora Inmaculada Jauregui (2008), se plantea una especie de institucionalización de la
psicopatía, que coincide con su desclasificación diagnóstica. En definitiva, estamos
siendo enculturados en normas y valores psicópatas: «en una sociedad psicopática, el
narcisismo social dominante hace, además, el resto, inoculando desde pequeños a los
niños la necesidad de éxito, de apariencia y de notoriedad social. el virus del
narcisismo social les conduce a la rivalidad, la competitividad, la envidia y el
resentimiento contra los demás. tal es el despropósito educativo que nos invade y
explica por qué muchos de estos niños, al hacerse mayores, se convierten en
depredadores en organizaciones en las que recalan como trabajadores» (Piñuel, 2008:
77). Este autor va más lejos, comprendiendo las bases y los mecanismos psicológicos
por los cuales ciertas organizaciones pueden transformar a buenas personas en
psicópatas. Finalmente, el autor aclara cómo una estructura económica sacrificial como
la de las sociedades occidentales, produce una anestesia moral; una dimisión ética
interior que conduce directamente al desarrollo de la psicopatía. Jauregui (2008) nos
dirá que la psicopatía parece ser una patología consustancial a la modernidad, a modo
de pandemia, profundamente ligada a los «valores» económicos, que va filtrándose en
la cultura, convirtiéndose en el modelo de éxito y de poder a imitar, socavando así las
estructuras sociales y políticas y, devaluando la democracia. «Un hombre diferente sería
disfuncional para las necesidades de la misma» (Guinsberg, 1994, p. 23).
Más allá del diagnóstico psiquiátrico, extinto desde 1964, la psicopatía emerge como un
problema social en expansión, caracterizado por una crueldad hacia lo humano, fruto no
sólo de una constante trasgresión de las normas, sino de una perversión de la ley en
beneficio propio. Esta pandemia, generadora de una violencia sin precedentes, se ha
notablemente generado con el espíritu protestante del capitalismo y su ulterior
desarrollo, es decir, la religión ha sido sustituida por la economía, convirtiéndose esta
en la nueva y postmoderna laica religión. No obstante, tal y como nos lo ilustra Piñuel
(2008), gracias a la religión sacrificial de la economía, cuyo dogma sagrado es la
racionalidad instrumental, cualquier persona normal puede perfectamente convertirse en
una persona psicópata sin necesidad de que intervenga su genética. Basta con unos
cuantos mecanismos de defensa y la socialización en una organización tóxica, que
actualmente son muy numerosas.
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APUNTES DE HISTORIA DE UNA CIERTA PSICOPATOLOGÍA SOCIAL
Sigmund Freud (1981), médico, fue el primer autor que relacionó civilización con
patología. Habló de un malestar cultural como precio al progreso. El sacrificio de la
vida instintiva y la espontaneidad, ha supuesto el desarrollo de una moral y una ética
cultural, en donde se halla la conciencia.
Karen Horney (1984), psicóloga y psicoanalista, coetánea de Freud, habló de la
personalidad neurótica de nuestro tiempo. Una estrategia defensiva para hacer frente al
medio generador de angustia. Esta autora señala «la gran importancia de las
condiciones culturales en la neurosis» (p. 10). Cuestiona el concepto de «lo normal», el
cual es variable no solo entre las diferentes culturas, sino también a través del tiempo.
En todas las formas neuróticas, hay un común denominador «producto de las
dificultades que reinan en nuestro tiempo y nuestra cultura» (p. 33).
Erik Fromm (2008), psicólogo, en su obra «Psicoanálisis de la sociedad
contemporánea» apunta de manera más fina, planteándose la normalidad como
patología así como el estado enfermo de toda una sociedad. Enfermedad estrechamente
vinculada al capitalismo cuya forma de individuo medio resulta ser el individuo
enajenado, alienado. Un sujeto extraño a sí mismo. Este estado de enajenación impregna
todas las relaciones y la manera de hacer del ser humano, generando fenómenos
imprevisibles como el nazismo, el racismo, el holocausto… y el capitalismo. En esta
mismo línea, Hannah Arendt (1998), filósofa, acuñará el término de «banalidad del
mal», en su análisis sobre el origen del totalitarismo. Esta expresión designa la manera
de actuar de ciertos individuos que se comportan según las reglas del sistema al que
pertenecen sin reflexión sobre estos actos, es decir, sin conciencia. Por ello, son capaces
de cometer las mayores barbaridades. La maldad forma parte de la condición humana.
Pero su banalización está estrechamente relacionada con el propio sistema. Al respecto,
Robert Hare titula así uno de sus libros «Sin conciencia» para describir sintéticamente la
esencia de la psicopatía.
Alexander Lowen (2000), médico y psicoterapeuta, habla del narcisismo como la
enfermedad de nuestro tiempo. Plantea el narcisismo como una enfermedad tanto
psicológica como cultural. A nivel cultural, el autor habla de una pérdida de valores
humanos, ausencia de interés por el entorno, por la calidad de vida, por las demás
personas. Una sociedad que sacrifica su medio natural para obtener dinero y poder,
insensible a las necesidades humanas. El progreso se mide por lo material y las
relaciones existen por oposición. El narcisismo individual corre paralelo al cultural. Este
autor explica que la neurosis de los primeros tiempos caracterizada por los sentimientos
de culpa, las ansiedades, las fobias y obsesiones, está siendo desplazada por la
depresión, la frialdad emocional, el vacío interior, la falta de humanidad y de valores, la
falta de realismo. Hay algo de locura e irrealidad en el individuo y en la cultura que
destroza la naturaleza para progresar. Al respecto, «Pocas dudas puede suscitar la idea
de que nuestra sociedad cultiva el narcisismo de un modo desaforado» (Garrido, 2000,
p. 92).
La filosofía y la sociología parecen tomar el relevo de la medicina, psicoanálisis y
psicología en cuanto al análisis de la sociedad y la cultura, emergiendo obras como La
era del vacío» de Gilles Lipovetsky, «La cultura del narcisismo» de Christopher Lasch,
Richard Sennet «Narcisismo y cultura moderna». Tenemos también a Zigmundt
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Bauman, sociólogo y filósofo, que hablará de lo líquido y lo efímero. Analiza la
modernidad en base a la vida de consumo. Algún periodista como Vicente Verdú (2009)
osará analizar la sociedad: hablará del capitalismo funeral y de ficción, del yo y el tú
como objetos de lujo. Más recientemente también tenemos a Eduardo Subirats (2006),
filosofo, en cuya obra «Violencia y civilización» hablará de involución social bajo
crecientes formas autoritarias de dominación. Abordará el fenómeno de la aniquilación
en tanto que espectáculo. Guy Debord (1999), filósofo, hablará de la sociedad del
espectáculo dividida en una minoría perversa que domina el mundo a través de la
desinformación y las personas ingenuas que la aceptan. ¿Qué es la sociedad del
espectáculo? «el dominio autocrático de la economía mercantil que había alcanzado un
status de soberanía irresponsable y el conjunto de las nuevas técnicas de gobierno que
acompañan ese dominio» (Ibid, p. 14). ¿Cuáles son estas técnicas?: «convertir en
mundo la falsificación y hacer la falsificación del mundo» (Ibid, p. 21); «hacer
desaparecer el conocimiento histórico en general» (Ibid, p. 25); haber «eliminado los
últimos vestigios de la autonomía científica» (pág. 51) y conseguido que «el secreto
domine este mundo, y ante todo como secreto de la dominación» (Ibid, p. 72).
Otros autores en sociología como Anthony Giddens y Pierre Bourdieu, han reflexionado
profundamente sobre la sociedad actual y su violencia simbólica y cultural. Johan
Galtung (1989), sociólogo y matemático, uno de los mayores expertos del mundo en el
tema de la violencia, la define con gran precisión, dejando claro su origen cultural; la
violencia no es innata, no forma parte de la naturaleza humana. Distingue tres niveles de
violencia: directa, estructural y cultural. La violencia estructural«está edificada dentro
de la estructura y se manifiesta como un poder desigual y, consiguientemente, como
oportunidades de vida distintas»(Galtung,1969:p37).En este sentido, formas de
violencia estructural son la desigualdad de oportunidades, la discriminación sexual del
trabajo, la explotación, la feminización de la pobreza, el desempleo masivo –
especialmente entre las mujeres–, la diferencia salarial. Una estructura -social- violenta
deja marca no sólo en el cuerpo humano sino también en la mente y en el espíritu. Por
violencia cultural el autor quiere significar aquellos aspectos de la cultura, la esfera
simbólica de nuestra existencia ejemplificada por la religión y la ideología, el lenguaje y
el arte, la ciencia empírica y la ciencia formal, que puede ser usada para justificar o
legitimar la violencia directa o estructural. En este sentido, la violencia cultural hace
referencia a la permanencia de la violencia por su legitimación y su justificación. Este
autor afirma que la violencia contra las mujeres es una estructura de poder que se llama
patriarcado.
Michel Foucault, filósofo, y Tomas Szasz, psiquiatra, entre otros, analizan las
estructuras del poder y la ideología. El poder conforma toda relación sobre la asimetría
entre la autoridad y la obediencia. Se trata de estrategias que actúan siguiendo
mecanismos de represión e ideología. La ideología sería entendida como una mentira
disfrazada de verdad, todo un aparato ideático mitómano para controlar un orden basado
en la dominación. No obstante, hay algo de delirante en la ideología, de tal manera que
se puede avanzar un común denominador entre ideología y esquizofrenia: una estructura
mental que permite fabular una falsa conciencia. El poder, con ayuda ideológica,
produce lo real, que no es otra cosa que la obediencia servil, llamado normal.
Se desarrollará la psicología social y política con el estudio de la maldad y la
obediencia, entre otros temas. Experimentos como el de Stanford con Zimbardo (1973)
o el de Milgram (1963, 1974) sobre la obediencia, ponen en evidencia la maldad en
gente corriente y vulgar. Se estudiarán temas como la violencia de grupo, el genocidio.
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Más recientemente con la neuroética, se estudia la moral (o la ausencia de esta) y su
desarrollo.
Estos y otros muchos autores de casi todas las ramas de la ciencia, describen el
funcionamiento de la sociedad, un funcionamiento cruel, narcisista, perverso,
inhumano, dominante, autoritario, centrado fundamentalmente en el capitalismo. Todas
estas líneas de investigación, además de converger, ahondan en la violencia pura como
un estado permanente, haciendo desaparecer la política y los estados. Y para ello, se
desarrolla todo un sistema perverso de legitimación de esta dominación: la
«democracia». Y eso es en definitiva el capitalismo. Todos estos autores, de manera
explícita o implícita, hablan de patología cultural y social, cimentada en la violencia y la
ideología como forma de legitimación. Una patología inscrita en el registro narcisista.
Desde un punto de vista clínico, todas estas descripciones apuntan a una manera de
hacer que corresponde a una categoría diagnóstica: la psicopatía. En este sentido, resulta
lícito etiquetar al capitalismo y a nuestra civilización de psicópata. Efectivamente, para
algunos autores se trata de «una sociedad psicopática» (Garrido, 2000, p. 12), no ya
solo por el accionar de estas personas psicópatas, sino como «resultado del
comportamiento de personas que, sin desarrollar plenamente esa condición, han
adoptado formas psicopáticas de relación con los demás» (Ibid, p. 13). Lo que Hanna
Arendt bautizó como banalidad del mal.
Claudio Naranjo (2018), psiquiatra, nos dirá que la estructura central que comparten
todas las civilizaciones es el patriarcado. En este espíritu, en esta mentalidad, en esta
mente, se halla el mal fundamental de esta civilización. La civilización es la sociedad
patriarcal y la historia de la civilización y del patriarcado es en realidad la historia de la
brutalidad, de la barbarie enmascarada en el ideal del héroe. Figura que comparte
algunos rasgos con la psicopatía. De hecho a quienes afirman que «existe una línea muy
fina (…) entre el héroe y el psicópata» (Dutton, 2013, p. 137). La barbarie occidental
nos es desconocida porque se oculta bajo nobles ideales. Este autor expone más
precisamente la tesis de que el mal de la civilización es la mente patriarcal. Afirma que
la raíz ignorada de los males del mundo y del alma está en el patriarcado. En este
sentido, la civilización, lejos de haber significado un triunfo en la evolución de la
humanidad, constituye fundamentalmente la causa de los problemas colectivos e
individuales, idea que ya en su día apuntaron autores como Rousseau, Nietzsche, la
escuela de Frankfurt y el Club de Roma. La sociedad de hoy destruye la naturaleza, la
cultura, las personas, los valores. El contrato social está roto.
Pero ¿qué es el patriarcado? ¿de qué hablamos cuando hablamos de mente patriarcal?
Se trata de un conjunto de fenómenos íntimamente relacionados entre sí. Uno de los
principales es la subordinación a una autoridad patriarcal. Una autoridad que además de
violenta, implica una desvalorización, subordinación y explotación de la mujer (y de su
prole). El fenómeno patriarcal es un complejo compuesto de una autoridad violenta que
se concreta en una desvalorización del cuidado y del bien común (solidaridad), en una
criminalización de lo instintivo, así como en una desconexión de la intuición (Naranjo,
2010). Destaca una aniquilación lenta y progresiva de lo femenino, tal y como se ha
definido e instituido en este paradigma y de todo lo que el mundo femenino implica,
según este particular paradigma. Se trata de un «chauvinismo masculino» que afecta a
todas las personas en general porque se subordina el cuidado, el amor, la solidaridad y
el cultivo (cultura) a la explotación, la competencia y el individualismo, valores que
constituyen el trasfondo de nuestras sociedades y del despotismo económico. Como
afirma Kali Halloway en su artículo, «La masculinidad patriarcal está matando a los
7
hombres», la construcción tanto de lo masculino como de lo femenino resulta
destructivo, generando traumas, disociaciones, adicciones, depresiones. En definitiva,
provocando una muerte espiritual. Y estos efectos empeoran cuando conciernen al
género, la clase social o la raza entre otros factores de discriminación.
Si el ser humano es un ser fundamental y naturalmente social, los problemas
individuales como tales, en realidad constituyen malestares sociales y culturales. En
otras palabras, podríamos decir que la mente patriarcal describe una condición cultural,
política y social de lo humano, profundamente interiorizada, de tal manera que «… la
mente patriarcal subyace a las patologías individuales» (Naranjo, 2018, p. 34). Se trata
de un proceso complejo que conlleva una pérdida de contacto con lo instintivo, con la
naturaleza humana, con el potencial humano y con el autoconocimiento. El principal
instinto natural perdido es el de la ayuda mutua (Kropotkin, 1920), un instinto amoroso,
en el sentido de relacional, solidario y afectivo, que nos ha permitido sobrevivir como
especie. Un factor evolutivo que obedece a las leyes de la naturaleza relacionado con la
sociabilidad.
Una mente disociada tiende a disociarlo todo. La disociación se concreta en una
variedad de experiencias que van desde un distanciamiento leve del entorno o de ciertos
estímulos, hasta distanciamientos graves como la separación de la experiencia física y
emocional. Es un mecanismo de defensa mental que aleja de la realidad. A través de
este mecanismo la mente pretende controlar. Desde el punto de vista psicoanalítico, la
disociación consiste en escindir, separar, elementos disruptivos para el yo del resto de la
psique. Así, el sujeto convive con fuertes incongruencias sin que tome conciencia de
ello. En el caso del patriarcado, este se disocia de todo lo femenino, quedando solo lo
masculino. La disociación siempre es desvalorizante puesto que la ambivalencia de las
cosas de la vida es dividida, separada, de forma maniquea, convirtiendo a lo disociado
en distinto, en demonio a expulsar y por lo tanto, siendo proyectado hacia fuera y
convertido en enemigo contra el que luchar. El psiquiatra suizo Eugen Bleuler (Novella
y Huertas, 2010) a esta incapacidad de integrar existencialmente la ambivalencia que
existe en el mundo real, lo bautizó como ambivalencia esquizofrénica. Este tipo de
pensamiento maniqueo, disociado, es característico del egocentrismo, ya sea este
individual (androcentrismo) o colectivo (etnocentrismo). Un mecanismo patológico
esquizoide fruto de la imposibilidad de integrar los «opuestos». La diferencia es
vivenciada como amenazadora y como tal, será convertida en opuesta y proyectada
hacia fuera, en forma de demonio o enemigo. Para el sociólogo y filósofo húngaro
Joseph Gabel (1962) esta forma disociada de pensamiento caracteriza a la ideología. Se
trata de una disociación de tipo esquizoide, pero racionalizada; un racionalismo
patológico. La ideología, continua el autor, desvaloriza la parte disociada por
cosificación o reificación. Y esta cosificación sería el denominador común con la
esquizofrenia. Este pensamiento concreto utiliza una lógica arcaica desde un punto de
vista del desarrollo. Es decir, que el pensamiento ideológico sería de tipo regresivo; la
vuelta a un pensamiento primitivo, más simple, con un componente emocional
fuertemente maniqueo, conduciendo a la demonización del contrario, a explicar toda la
historia simplificándola; en el caso, por ejemplo, de la ideología nazi, como una lucha
entre razas, y en el caso del comunismo como una lucha entre clases. En la ideología, la
historia no es temporal, no ha sido vivida sino soñada, delirada, inventada, mitificada.
Se trata de un pensamiento encapsulado, enrocado en sí mismo, un bucle, y como tal
ajeno, alienado, extraño a la realidad y por lo tanto, inaprehensible a la experiencia. Esta
dualidad disociada de manera esquizoide y eyectada al exterior se ve claramente en la
ideología patriarcal. Una ideología (con)fabulada en una división (a)histórica de
8
géneros, supuestamente natural y biológica, en la que aparece un género no solamente
opuesto a otro, sino disociado, demonizado; enemigo genérico –la mujer- contra el que
luchar y a dominar. En esta ideología patriarcal, se plantea la supremacía masculina, se
disocia lo femenino de lo masculino en una incapacidad para integrar las diferencias, se
cosifica lo disociado, lo femenino, y se le convierte en enemigo a dominar, controlar,
por fuerza. De la demonización a la violencia y a su liquidación no hay más que un solo
paso.
En este sentido, la ideología (y práctica) neoliberal, forma extensa y extensiva de la
ideología patriarcal cuyo objeto principal es la cosificación de la otredad, convierte a
todos los seres humanos en cosas; personas robotizadas que buscan compensar su
empobrecimiento o vacío a través de todo tipo de pasiones, adicciones. La adicción es
una de las muchas formas que toma la patología de la gente normal dentro del
capitalismo. En este escenario, lo normal, en tanto que norma, constituye la patología de
la normalidad (Fromm 2008) o normopatia (McDougall, 1978 y 1989). Formas de
patología de la normalidad que se concretan en la sumisión, la conformidad, la
obediencia y los convencionalismos (Pavon-Cuéllar, 2018). La anormalidad de la norma
está en hacer lo normal, lo que se espera; en adaptarse a la situación y cumplir su rol
(Zimbardo, 1973), en obedecer (Milgram, 1963), en conformarse al grupo (Ash, 1956 y
Sherif, 1936). Así se ha ido formando y conformando no solamente una modalidad en el
ejercicio y la práctica de la autoridad, conocido como autoritarismo, sino una
personalidad autoritaria, un espécimen antropológico, convertido en norma. La
normopatia patriarcal significa que la dominación masculina sobre lo femenino, basado
en una arbitrariedad cultural (Bourdieu y Passeron, 1981), es decir que no puede
deducirse de ningún principio universal ni tienen una relación con la naturaleza humana,
se ha aceptado como normal, implementándose así la violencia en todas sus expresiones
para conformar este orden patológico.
La ideología neoliberal, se trata de una patología social cuya raíz se hunde en el
patriarcado, una mente patriarcal subyacente todas las civilizaciones desde el neolítico.
Empezó por el dominio masculino en la familia y éste se ha transferido de la vida
familiar a la vida política y de esta a la económica, particularmente con los valores que
han inspirado el liderazgo masculino fundamentado en el espíritu guerrero –hoy
depredador– de competencia y conquista. En definitiva, una androcracia sustentada en
un «chauvinismo masculino» –machismo– que ha desvalorizado, limitado,
desempoderado y explotado a la mujer desde una violencia autoritaria o autoridad
violenta. Así pues del despotismo familiar se ha pasado al despotismo político y
económico. El sometimiento de la mujer en la familia es el precedente de todos los
posteriores sometimientos, esclavitud y desigualdades (Naranjo, 2010). La violencia de
esta primigenia apropiación, que empezó siendo directa, se ha, además, transformado en
estructural y cultural. Las relaciones de propiedad son incompatibles con relaciones
intersubjetivas yo-tu, porque las relaciones de propiedad son relaciones cosificadas. A
las posesiones se las deshumaniza. No olvidemos que la mujer fue –y aún hoy–
primigeniamente tratada como esclava doméstica. «Esta relación-objeto respecto a la
naturaleza, extractiva, no recíproca y explotadora, establecida primeramente entre
hombre y mujer y entre hombre y naturaleza, se ha mantenido como modelo para todo
el resto de los modelos patriarcales de producción incluyendo el capitalismo, que la ha
desarrollado en su forma más sofisticada y generalizada» (Mies, 2019, p. 148)
A nivel intrapsíquico, esta doble apropiación de mujeres y prole, supone una doble
inhibición disociativa: todo lo relacionado con el amor y las relaciones humanas:
9
empatía, solidaridad, bien común, y otra, sobre todo lo instintivo, lo intuitivo, lo
creativo, lo artístico, lo «inútil». En definitiva, disociada del amor y aplastando la
libertad.
Desde un punto de vista neurocientífico, si el cerebro humano se compone de tres
partes: reptiliano o instintivo (que se ocupa del 30% del comportamiento humano),
emocional límbico mamífero o afectivo o relacional (que se ocupa del 60% del
comportamiento humano) y el neocortex, el cognitivo, el más reciente en la evolución,
que solo se ocupa del 10% de los comportamientos humanos, podemos decir que la
mente patriarcal, elimina (o lo intenta) lo relativo a lo relacional y lo instintivo,
quedándose solo con lo racional. El resultado es que la eliminación de lo «irracional»
genera paradójicamente una razón irracional que es fundamentalmente violenta y
depredadora. El resultado de esta razón idiota es la barbarie. La sobreracionalización
nos ha hecho irracionales. La mente patriarcal empobrece el psiquismo humano porque
nos disocia de la parte humana y la parte animal del ser humano. Y de la misma manera
que el desarrollo de la neurosis viene de nuestra necesidad de adaptarnos a situaciones
traumáticas vividas en la infancia, la civilización con sus valores psicópatas parece ser
la respuesta adaptativa al trauma del final de la abundancia en el neolítico, que obligó a
los hombres a volverse rapaces y bárbaros. La mente patriarcal, la mente de las
mayorías dirigidas por unas minorías psicópatas es lo que algunos autores como
Christophe Dejours (1998) han llamado normosis o normopatía, es decir, la psicopatía
elevada al rango de normalidad, en tanto que norma. Todos los problemas que afectan a
la humanidad derivan de esta degradación ética y de conciencia, así como de los
intentos de compensar el desequilibrio generado.
La mente patriarcal es más que el conjunto de mentes individuales, es más que una
manera de ser aberrante; es mas que una autoridad violenta, desamor o
deshumanización, domesticación de la naturaleza humana desconexión o disociación
con otras partes del ser humano. Es un fenómeno cultural porque dicha mentalidad se
reproduce a través de las generaciones. Todas las instituciones políticas, sociales y
culturales se encargan de reproducir esta mente, esta ideología.
Ahora bien, esta ideología disociada no es inconsciente sino consciente, es decir, las
personas saben que hacen mal –por eso se oculta– pero lo siguen haciendo. Es lo que se
llama encapsulamiento, uno de los criterios diagnósticos de perversión. Y para seguir
actuando, se debe legitimar, justificar, explicar, estas acciones. Se debe desarrollar una
serie de mecanismos de defensa que produzcan una ceguera ética, para lo cual a su vez,
se debe crear toda una serie de instituciones que produzcan y reproduzcan este orden de
cosas. Y por eso, esta ideología –para quienes la profesan– debe desaparecer como
ideología y ser naturalizada. Es así porque es (y debe ser) naturalmente así. Se trata de
invisibilizar la fabricación humana del patriarcado y de la economía neoliberal por
extensión. En este sentido, la sociedad queda estructurada por una pequeña minoría que
planifica y organiza para que las cosas sigan como están. Estructuras englobadas dentro
de las patologías narcisistas. Una población, de manera globalizada, enculturada en
valores psicópatas que promueve, gracias a mecanismos de defensa como la disonancia
cognitiva, entre otros y una minoría disidente que será aniquilada de una manera
bárbara o civilizada, dependiendo de en qué área geográfica nos encontremos.
10
Pero también nos encontraremos con la perversión que1 en su sentido más amplio se
refiere al funcionamiento comportamental según la máxima del goce y su satisfacción a
cualquier precio, es decir, que el yo de la persona perversa no se opone a la modalidad
anormal de satisfacción. En este sentido, psicopatía y perversión, no siendo conceptos
equivalentes se solapan, se imbrican y retroalimentan, como es el caso de las ideologías
patriarcal y neoliberal, condensadas en la prostitución.
PERVERSIÓN
Para comenzar diremos que la perversión, en sentido etimológico, es una versión
exagerada o hiperbólica de algo. Esta exageración altera o trastorna el estado o
significado de las cosas hasta el punto de invertirlos. La perversión, sin ser una
categoría diagnóstica, incluye una serie de síntomas, para algunos, mecanismos
mentales, que operan bajo el principio de la no contradicción o «significaciones
opuestas que conviven sin excluirse» (Talavera, 2017, p. 362). En este sentido, se trata
mas bien de una estructura cognitiva emotiva lingüística o «figura discursiva (…) una
construcción del lenguaje» (Ibid), conformada por mecanismos intrapsíquicos de
desplazamiento y condensación como la denegación o repudio: «se que está mal, pero lo
hago». La perversión pone por encima de todo el principio del placer,
independientemente de si se puede hacer o no. Es un sistema de pensamiento que no
admite límite para el deseo. Lo perverso es la satisfacción del deseo por encima de todo.
La perversión, circunscrita «erróneamente» al ámbito sexual, ha sido «dulcificada»,
«edulcorada», bautizándola como parafilia, esto es, «La excitación por la respuesta a
objetos y situaciones sexuales que no forman parte de los patrones normativos de
excitación-actividad y que en diversos grados pueden interferir en la capacidad para
una actividad sexual basada en la reciprocidad y en el afecto» (Welldon, 2014, p. 76).
La condición perversa de la sexualidad está en la objetivización, es decir, la utilización
de la otra persona no como individuo, sino como un medio para un fin. La otra persona
es percibida como objeto, la menos parcial. Stoller menciona el odio erótico, es decir
que «en el centro del acto perverso se halla el deseo de herir a otros» (Stoller en
Welldon, 2014, p. 75).
A continuación, se expondrán y desarrollarán una serie de rasgos psicodinámicos y
fenomenológicos que describen específicamente la perversión. Welldon (Ibid) nos dirá
que para una valoración diagnóstica certera, «al menos cuatro de estas características
deberían estar presentes:» (p. 81).
1) Encapsulamiento una especie de «disociación consciente» puesto que la persona sabe
que está haciendo mal o daño y sigue haciéndolo pero de manera oculta.
2) Compulsión a la repetición: es la repetición del acto por necesidad imperiosa,
irrefrenable o incontrolable.
1 Término utilizado por la psiquiatría clásica, la psicopatología y la sexología para
11
3) Participación del cuerpo: tiene que haber conducta perversa, no solo pensamiento o
fantasía.
4) Relación de objeto parcial: Solo interesa el objeto parcial, no el total. Solo interesan
trozos del cuerpo o el cuerpo, no la persona.
5) Interferencia emocional: es mezclar el odio en el amor. No se hace el amor, se hace el
odio.
6) Deshumanización del objeto: cosificarlo. Quitarle su condición humana y cultural,
acercándolo al mundo animal y objetal.
7) Sexualización
Este fenómeno ocurre cuando los valores de una persona están directamente
relacionados con su atracción y conducta sexual, dejando de lado otras características
personales, es decir, la persona siente que vale a los ojos de los demás sólo por sus
atributos físicos y por su capacidad de atraer sexualmente a otros.
8) El significado simbólico escapa a la conciencia. La persona puede ser consciente de
su compulsión pero no saber porqué o para qué o el origen.
9) Inscripción fija: La rigidez cognitiva autoritaria de que “las cosas tienen que ser así y
solo así”, siempre igual. Nada debe cambiar. Siempre ha sido así y siempre seguirá así.
Ejemplos de este tipo de “ideas fijas” son los delirios y las obsesiones.
10) Hostilidad: Es la agresividad y violencia. Un tipo de hostilidad inconsciente porque
no sabe a quién odia y de quién se quiere vengar. Esta hostilidad incluye la humillación.
11) Temores extremos a sentirse atrapado o invadido.
12) Necesidad de tener el control total.
13) Engaño con el matiz de vivir como si fuese otro, la filosofía del impostor. Un falso
yo, un yo disfrazado.
14) La habitual separación entre los asuntos de la vida pública y la privada aparece
mezclados en forma de escándalos.
15) Correr riesgos. Irresistible atracción hacia situaciones de riesgo que ponen en
peligro vidas.
16) Incapacidad para el duelo.
17) Defensa maniaca contra la depresión» (Welldon, 2014, pp. 81-83).
Todos estos rasgos se evidencian perfectamente en la mente patriarcal, así como en una
de sus instituciones, la prostitución. Veamos cómo.
El pensamiento encapsulado en la prostitución se evidencia en la división de la mujer en
puta, mala y virgen, buena. Esta visión encapsulada, tiene que ver con la propia
concepción masculina en sí misma ya disociada. Gran parte de la carencia masculina de
habilidades sociales es consecuencia directa de esta disociación con el cuerpo, con las
emociones, con la expresión afectiva, asociado todo ello a la feminidad. Tengamos en
cuenta que la identidad masculina se define por oposición y rechazo incluso, a la
12
femenina. No debe haber ningún indicio de feminidad en la masculinidad. En este
sentido, también es fundamental para el universo masculino desligar el sexo de
cualquier vínculo emocional, para lo cual la prostitución es perfecta. La masculinidad
patriarcal induce al odio de lo femenino. No solamente la falta de habilidades sociales o
de inteligencia emocional, sino el alejamiento del mundo femenino hace que los
hombres desconozcan a las mujeres, lo que les llevará al miedo y al rechazo, cuando no
al odio. De ahí, la asociación ideológica de la mujer a lo demoníaco, la brujería. La
inquisición como feminicidio representa un ejemplo de ello. Pero en general, son
muchos los hombres que perciben en la mujer una amenaza, un ataque a su virilidad. Y
por extension, la igualdad es percibida como una amenaza ya que, al identificarse con
valores masculinos, si desaparecen estos, desaparecen ellos como hombres. De ahí, la
crisis de identidad masculina. Y de ahí, gran parte de la violencia de género, como
reacción defensiva a su proyectada aniquilación. En la prostitución, la mujer es
objetivizada y representa un medio para un fin: la adquisición identitaria.
En lo referente a la compulsión a la repetición, debemos entender que la prostitución
plantea la sexualidad masculina como una necesidad imperiosa que debe ser satisfecha.
La sexualidad masculina es planteada como un derecho, una exigencia inmediata.
«Dichos mitos implican que un hombre, si se le provoca, no puede resistirse y tiene que
agredir a la mujer. Lo que quiere decir que su deseo sexual o como la mayor parte de
la gente lo define, su instinto sexual, necesita de una satisfacción inmediata» (Mies,
2019, p. 302). Todo hombre debe tener acceso al cuerpo de una mujer. Y este acceso
debe ser compulsivamente repetido dentro o fuera de la prostitución. Por supuesto, el
paradigma de la compulsión al sexo, lo tenemos en la adicción al sexo,
fundamentalmente masculina. Y en la pornografía.
En cuanto a los criterios de participación del cuerpo, relación de objeto parcial y
deshumanización del objeto, decir, que en la prostitución no interesa la mujer en tanto
que sujeto libre y sexuado. Interesa solamente el cuerpo de la mujer. Pero, en muchos
casos, tampoco el cuerpo globalizado, sino solo partes de este. A veces incluso, solo los
agujeros. No basta la fantasía masturbatoria.
Relativo al criterio de deshumanización y cosificación del objeto, en este caso, el cuerpo
de la mujer, diremos que el mundo de la prostitución funciona de acuerdo a los valores
simbólicos que el mundo social aplica a la mujer, es decir, desde una perspectiva
masculina que otorga a los hombres y mujeres distintos significados. A la mujer, de
objeto sexual. La cosificación también va en la equiparación de la mujer a una
mercancía. Y la relación en general de la mujer a la economía, incluso cuando se la
considera como una carga económica. O como cuando algunos prostituidores aducen
utilizar la prostitución para ahorrarse el dinero de tener que salir y gastarlo para seducir
y conquistar. Con la prostitución se ahorran, dicen. En otras palabas, las mujeres les
salimos muy caras. Y a esa parte de la economía también se aduce en los divorcios.
Muchos hombres, conciben la pensión alimentaria como un pago a la mujer, no a la
descedecia. Muchos de ellos se escaquean de pagar y de reconocer que el desarrollo del
bienestar económico de muchos hombres, se ha hecho a costa del sacrificio profesional
y económico de las mujeres.
En cuanto al criterio de hostilidad, se ha establecido una relación entre prostitución y
misoginia (Segato, 2010). Ese odio a la mujer y al mundo femenino que se expresa en
su dominación, denigración, humillación y desvalorización de la cual, la prostitución es
una de las múltiples formas de expresión. La hostilidad, agresividad y violencia se
13
ponen de manifiesto de manera transversal en esta práctica, no solamente por el hecho
de que la prostitución incluye muchísimas veces violencia directa, llegando incluso
hasta el feminicidio. En esta violencia directa incluimos las violaciones, la trata, los
abusos, los matrimonios «concertados», el maltrato, las humillaciones, las vejaciones,
las amenazas, la intimidación. Además, la prostitución se enraíza en la violencia
estructural, particularmente, económica, es decir, que la prostitución existe en gran
medida porque se ha sometido a las mujeres a una desigualdad económica y a una
pobreza, en muchos casos extrema. La violencia simbólica hacia la mujer en la
prostitución se pone en evidencia en la concepción masculina que se tiene de
servidumbre y esclavitud. Se sabe por algunos estudios sobre la motivación masculina
en la prostitución, que dicha práctica es una estrategia de refuerzo de una masculinidad,
esto es, una identidad ambigua y ambivalente, profundamente contradictoria, entre la
dependencia –hacia la mujer– instrumental masculina y la independencia o dependencia
contrafóbica afectivo-emocional (Ranea, 2012).
Aunque no se ha hallado perfiles socioeconómicos en los prostituidores, si se han
hallado categorías discursivas, no necesariamente excluyentes (Gómez-Suárez y
Verdugo-Matés, 2015). Varias de estas categorías hacen referencia a la interferencia
emocional, a esa especie de ambivalencia amor-odio en la relación con las mujeres. Así,
en muchos prostituidores existen dificultades de socialización con el otro sexo y con la
gente en general. También hay una desconfianza en la mujer, un cierto temor que en
algunos se exacerba en odio.
Sobre el control total, ni que decir tiene que el patriarcado ha designado un lugar y un
espacio muy concreto para la mujer con el fin d controlarla. Lugares y espacios de los
cuales la mujer no debe salir ni puede en muchísimos casos-, a saber hogar
(matrimonio), calle o prostíbulo (prostitución), el ámbito privado o doméstico. En los
casos en los que puede salirse, el precio a pagar es el castigo en sus múltiples formas.
La perversión en la masculinidad patriarcal, esa exageración o hiperbolización de las
«cualidades masculinas», encuentra su máxima representación en el macho alfa. No
obstante, la perversión masculina afecta igualmente a la mujer. Así, tenemos esa
exageración hiperbólica de lo que debiera ser la mujer: joven, bella, seductora, sumisa,
complaciente y dispuesta a aumentar el ego y autoestima masculina a través de su
cuerpo y su actitud. O a la carta, como en la pornografía. El paradigma femenino de la
sumisión se encuentra en la prostitución encarnado por la imposibilidad de decir no. La
perversión masculina está también en que justamente la prostitución no es una cuestión
sexual sino de dominación. Si la satisfacción sexual masculina fuera una necesidad
imperiosa bastaría con la masturbación como práctica. La perversión de «lo femenino»
también se encuentra en otra institución como el matrimonio, para el cual se pervirtió el
significado del amor, de manera a seducir a la mujer, aumentando así su docilidad y
sumisión. Pero este es otro menester.
En la psiquiatría clásica los conceptos de psicopatía y perversión significaban lo mismo.
Hoy se dice que hay solapamiento en ambos conceptos. Si podemos considerar la
psicopatía como una de las figuras de la perversidad actual. Y también que la perversión
sexual está englobada como criterio diagnóstico en la psicopatía.
14
CARACTERÍSTIAS DE LA PSICOPATÍA
Uno de los rasgos distintivos de la psicopatía es la cosificación que consiste en quitarle
el rango de persona al otro, descalificarlo, minimizarlo hasta vivenciarlo como una cosa.
La cosificación es quitar los atributos que hacen del otro una persona semejante
(Marietán, 2008). Las demás personas para la persona psicópata son cosas a ser
utilizadas para sus propósitos. Una de las maneras de quitar el rango de humano es
deshumanizarlo y para ello, se le atribuye rasgos naturales, comunes a los animales; se
les aleja de la cultura, es decir, se les despoja de rasgos específicamente humanos. Una
cosificación con impunidad afectiva, es decir, sin costes afectivos. Hugo Marietán (Ibid)
define la psicopatía como «una manera de ser con necesidades distintas y formas
atípicas de satisfacerlas» (p. 98). No obstante, reconoce que se puede adoctrinar a
personas comunes para lograr que cosifiquen a otros. Este proceso se da en las guerras,
en las dictaduras, entre otros contextos.
El psicópata tiene un estilo propio, una manera de hacer repetitiva psicopática, un
patrón singular de actuación. Veamos algunos de los rasgos descriptores más
frecuentes:
«A.- Satisfacción de necesidades distintas
A.1.- Uso particular de la libertad
Al igual que un señor feudal, tiene derecho sobre sus siervos. Puede hacer lo que quiera
porque “todo es posible”. Tener poderes hacer y tener impunidad.
A.1.a).- Intolerancia a los impedimentos
A.2. Creación de códigos propios
A.2.a). Sorteo de las normas
Estas están para saltárselas. Son un obstáculo a las ambiciones.
Se ajusta el comportamiento a su propia ley, determinando lo que está bien y lo que está
mal.
A.2.b) Falta de remordimientos y de culpa
A.2.c) Intolerancia a las frustraciones y reacciones de descompensación
A.2.d) Defensa aloplástica: colocar la responsabilidad de los resultados desfavorables
en los otros y en el entorno, para evitar las consecuencias y asumir su participación en
ellos.
A.2.e) Autocastigo: estar sin comer todo el día.
A.3. Repetición de patrones conductuales
A.3.a) Ritos y ceremonias
A.3.b) Sello psicopático
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A.4. Necesidad de estímulos intensos
A.4.a) Asunción de conductas riesgosas
A.4.b) Tendencia al aburrimiento
A.4.c) Escasos proyectos a largo plazo: viven el presente con desprecio del pasado e
indiferencia hacia el futuro.
A.4.d) Uso de drogas
A.4.e) Búsqueda de emociones intensas
A.4.f) Satisfacción sexual perversa
A.4.g) Aspecto lúdico: la persona psicópata es un apostador. Apuesta que “se saldrá con
la suya”. Juega a “que no va a pasar nada”
B. Cosificación
B.1. Egocentrismo
Solo trabajan para sí.
B.1.a) Sobrevaloración
Hipervaloran su potencial para conseguir cosas, llegando hasta la megalomanía.
B.2. Empatía utilitaria
Habilidad para saber y captar las necesidades de los demás. No es una empatía
emocional sino intelectual, cognitiva. Es una mirada en el interior de la cosa, el otro,
para saber sus debilidades y obrar a partir de ellas manipulando
B.3. Manipulación
Manejo de otra persona para que actúe de acuerdo a la voluntad de la persona psicópata.
Para ello hay que captar y seducir.
B.3.a) Seducción
B.3.b) Mentiras
B.3.c) Actuación: como un actor, miente con el cuerpo.
B.3.d) Fascinación
B.3.e) Coerción
El medio por antonomasia para ejercerla es la amenaza ya sea física o psicológica.
Utilizan el miedo de las personas. Lo explotan hasta doblegar.
B.4. Parasitismo
Es vivir a costa de los demás. El otro es su medio de subsistencia.
B.5. Relaciones utilitarias
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Relaciones mercantilistas
B.6. Insensibilidad
B.6.a) Crueldad
B.6.b) Tolerancia a situaciones de tensión
C. Acto psicopático grave
C.1. Tormenta psicopática
C.1.a) Homicidio
C.1.b) Masacre
C.1.c) Violaciones y asesinatos en series
C.1. d) Otros actos asociales graves
C.2. Perversiones sexuales
C.2.a) Parafilias
Patrón de comportamiento sexual cuya fuente de placer son objetos, situaciones,
actividades o sujetos «atípicos». Ejemplos: fetichismo, pedofilia, gerontofilia,
Esta semana, la Ciudad de México está vibrando con el espíritu de empoderamiento mientras las mujeres mexicanas toman un lugar central, se hacen llamar ‘ Las Mercaditas Feministas’. Estos mercados son más que un lugar para comprar; son un faro de esperanza y apoyo mutuo en un país que lucha contra unas de las más altas tasas de feminicidio.
Las mujeres emprendedoras están reclamando espacios públicos y creando oportunidades para ganarse la vida, todo mientras fomentan una comunidad que se opone a la violencia machista. Estos mercados son un testimonio de la resiliencia y solidaridad de las mujeres mexicanas, quienes están convirtiendo su sufrimiento en lucha y fortaleza.
Las ‘Mercaditas Feministas’ no van solo sobre comercio; van sobre crear un espacio seguro donde las mujeres pueden apoyarse mutuamente, compartir sus historias y concienciar sobre los problemas que enfrentan. Este movimiento es un poderoso ejemplo de cómo las mujeres están tomando el control y haciendo oír sus voces en la lucha por sus derechos.
Mientras presenciamos el esperanzador surgimiento de estos mercados feministas, celebramos el coraje de estas mujeres y el cambio positivo que están trayendo a sus comunidades.
Las exageraciones de hoy son los derechos de mañana, y son también el recuerdo de las aberraciones cometidas por el ser humano y su Historia.
Si queremos un mundo de paz no podemos seguir educando para la guerra, si queremos un mundo igualitario, no podemos seguir metiendo estereotipos en vena a los niños/as a través de los medios, la socialización, la familia o/y la cultura, da igual si viene del machismo heteronormativo o del neo machismo diverso con purpurina . No se pueden lograr resultados distintos haciendo versiones de lo mismo. Es IMPOSIBLE.
Cuando te digan que exageras por querer un mundo mejor y una vida libre de violencia y opresiones para todos los seres que la habitan, recuerda que vas por buen camino, pues ese es el discurso del opresor y de la resistencia al cambio de toda la vida.
Ese es, lamentablemente también, incluso el discurso de muchas de víctimas, porque estamos socializadas por la cultura mainstream para normalizar, naturalizar y aceptar esa posición, pero también, en muchos casos, estamos socializadas para ser cómplices y victimarias y sostenedoras de, no solo el sometimiento de nosotras mismas y nuestras iguales, sino el de otras personas vulnerables, seres vivos y ecosistemas que están aún más por debajo si cabe en el escalafón.
Sucedió en el caso de los esclavos que decían que querían seguir siéndolo porque era lo único que conocían y a dónde iban a ir, sucede con las mujeres que justifican el machismo y el maltrato hacia ellas o sus hijas e hijos porque es lo único que conocen, sucede con los obreros y trabajadores precarios que apoyan a patrones y partidos que los explotan y recortan sus derechos y sueldos porque repiten lo que oyen en los medios sin cuestionarlo, y sucede con otros sistemas de opresión (raza, clase, sexo, maltrato invisible de la niñez, especismo, etc). Y todos esos sistemas de opresión, que se entrelazan, justifican y retroalimentan, vienen de una misma base: el Patriarcado y su forma violenta y depredadora de relacionarse en base a los privilegios y el poder de unxs sobre otrxs más vulnerables.
Por eso es tan importante repetirlo y repetírnoslo para que no se nos olvide y no logren lavarnos el cerebro para aceptar y normalizar y conformarnos con lo inaceptable.
Las exageraciones de hoy son los derechos de mañana, y la vergüenza de una Historia a la que volveremos a mirar atrás con tristeza, siendo testigos, una vez más, que de sociedad humana y avanzada tenemos bien poco, y como siempre, gracias a unas pocas personas que se dejan la piel y la vida nadando contra corriente y contra el rebaño, peleando contra todo y contra todos para poder dejar un mundo mejor del que se encontraron y que en muchos casos ni siquiera llegarán a ver.
Los 3 mayores errores sexuales que comenten los hombres con las mujeres y cómo solucionarlos.
No escuches a otros hombres que no tienen ni idea de lo que quieren las mujeres. Escucha a las mujeres. Pero sobretodo, escucha y ten en cuenta a TU pareja.
¡Hombre! ¿Estás cansado de que tu pareja rechace el sexo, o que sólo le dedique un esfuerzo a medias? No eres el único. Muchos hombres heterosexuales afirman que sus parejas femeninas pierden el interés por el sexo, sobre todo a medida que la relación avanza y llegan los hijos.
¿Y qué hace la mayoría de estos hombres cuando esto ocurre? Acuden a otros hombres en busca de consejo: hermanos, padres y amigos, los cuales probablemente no han tenido ningún éxito en resolver este problema. A veces se radicalizan y acuden a la manosfera, donde pueden obtener consejos de aspirantes, presuntos y confirmados violadores sobre cómo conseguir que las mujeres consientan a mantener relaciones sexuales.
Sus consejos, por supuesto, no funcionan. Los hombres a los que acuden cuando sus parejas pierden el interés culpan a las mujeres y atribuyen la falta de deseo a patrañas pseudocientíficas. No son fuentes fiables sobre lo que quieren las mujeres, porque no son mujeres. Y a menudo, los consejos que dan sólo alejan más a las mujeres.
Yo tengo una solución mejor: Escuchar a las mujeres.
Ignorar el agotamiento de la pareja y ser perezoso en casa
El 83% de las mujeres que encuesté citaron el cansancio como un factor disuasorio para el sexo. Junto con otros datos de mi encuesta, que muestran que los hombres suelen estar descansando mientras las mujeres trabajan hasta la extenuación atendiendo a los niños, trabajando y limpiando, parece claro que los hombres son una razón clave por la que las mujeres están cansadas. El sesenta y cuatro por ciento de las mujeres que respondieron a mi encuesta dijeron que la negativa de su pareja a hacer una parte equitativa de las tareas domésticas era la razón principal por la que no querían tener relaciones sexuales.
¿De verdad crees que tu pareja quiere tener relaciones sexuales con la persona responsable de su cansancio? ¿Con la persona que juega alegremente a la videoconsola mientras ella lo hace todo? La mayoría de las mujeres no quieren tener relaciones sexuales con niños grandes. Los niños grandes que te dejan agotada no son sexys.
Encuentra una forma de aliviar la fatiga de tu pareja. Ofrécele sexo que merezca la pena y verás cómo recupera la libido. En mi encuesta, el 64% de las mujeres dijeron que lo mejor que podían hacer sus parejas para aumentar su interés sexual era hacer más cosas en casa.
Ser ruin con tu pareja
En mi encuesta, la mayoría de los hombres intentaban que sus parejas mantuvieran relaciones sexuales culpándolas y poniéndose de mal humor. Estos no son comportamientos sexys. Tu pareja no te debe sexo. Si no te lo ganas siendo una pareja que merezca la pena, no lo tendrás. Sin embargo, un estudio tras otro sigue demostrando que los hombres son malos con sus parejas.
Las ignoran en el Día de la Madre y en sus cumpleaños. Las insultan. Socavan su autoridad como madres. Se burlan de sus emociones, menosprecian sus ambiciones y les hacen la vida imposible con su mal humor.
Y luego se preguntan por qué sus parejas no quieren tener relaciones sexuales.
Así es imposible que le interese el sexo contigo.
El 63% de las mujeres dijeron que están crónicamente enfadadas con sus parejas, y la mayoría de ese grupo dijo que la razón principal de este enfado es que sus parejas son mezquinos con ellas. El 52% de las encuestadas afirma que el hecho de que su pareja sea malo con ellas les disuade de mantener relaciones sexuales, y casi el 100% de ese grupo afirma que mantendría más relaciones sexuales con su pareja si éste fuera más amable.
Ser malo en el sexo. Las mujeres no quieren tener mal sexo.
Las mujeres, tienen la capacidad de, en teoría, tener orgasmos ilimitados. Para las mujeres, el sexo puede ser una experiencia trascendental que puede durar horas. Así que, ¿por qué querría una mujer que un tío la embistiera dolorosamente durante unos segundos y luego se diera la vuelta y empezara a roncar? El 42% de las mujeres que respondieron a mi encuesta dijeron que el sexo con sus parejas es malo, y el 62% afirmó que si sus parejas se esforzaran más por seducirlas, estarían dispuestas a tener más sexo.
Pero los hombres no escuchan, porque mi encuesta también reveló que las mujeres, de media, califican su satisfacción sexual con un 2,2 en una escala del 1 al 10, y estiman que sólo llegan al orgasmo la mitad de las veces. El 14% dice que nunca llega al orgasmo, y el 27% dice que llega al orgasmo menos del 20% de las veces.
¿Por qué querrían las mujeres participar en este tipo de sexo?
Entonces, ¿por qué los hombres no escuchan a las mujeres?
Parece bastante obvio que, si los hombres quieren más sexo, deberían escuchar a las mujeres de las que dicen quererlo. Pero no lo hacen. Recurren a Andrew Tate y Kevin Samuels, a sus colegas que sólo tienen sexo con una cam girl o a su amigo cuya pareja no ha querido follar con él en 20 años.
Las soluciones para conseguir que las mujeres se interesen más por el sexo son obvias. Los hombres que quieren que sus parejas les deseen, suelen conseguirlo solo si están dispuestos a poner de su parte.
El problema es que no están dispuestos a trabajar en lo que es verdaderamente necesario.
A los hombres se les adoctrina desde que nacen para que crean que no tienen que sacrificarse por las mujeres, y que el mero hecho de aparecer con una polla en la mano es todo lo que necesitan para convencer a una mujer de que les dé lo que quieren.
Los hombres que no están dispuestos a cambiar por sus parejas en realidad no están interesados en el sexo en absoluto. Lo que les interesa es el abuso sexual: agredir, hacer sentir culpable y degradar a su pareja hasta que ceda.
Según un estudio reciente de la profesora y Doctora en Psicología Carmen Delgado Álvarez, el 60% de las mujeres víctimas de V.G. sufre síntomas de Estrés Post Traumático, que puede ser simple (relacionado a un solo evento traumático como puede ser una sola violación, una paliza aislada, es el que se suele dar también ante una catástrofe natural, un accidente…) o complejo (relacionado con una o varias situaciones traumáticas que se repiten en el tiempo cuyo daño es acumulativo). En demasiados casos, los síntomas del Estrés Post Traumático se toman de manera aislada y se confunden con otras enfermedades mentales, afecciones o patologías, se sobre medican y se mal diagnostican debido a la falta de formación y entrenamiento tanto del personal médico, como de demasiados terapeutas. Y ya no hablemos del personal del sistema judicial, porque eso da para otro artículo… Y todo esto, sin contar el trauma derivado de las infancias patriarcales donde la violencia y los abusos son la norma,o del bullying o el mobbing laboral.
En el caso de las mujeres prostituidas, el nivel de trauma y secuelas son aún mayores. También se da un índice altísimo y trauma complejo en lo que la Doctora Ingeborg Kraus, especialista en víctimas de violencia prostitucional denominó «Mujeres Sombra», las parejas de los puteros infieles y adictos al sexo. En ambos casos, y aunque la violencia no sea físicamente ni remotamente comparable, coinciden en que los niveles de trauma y flashbacks se comparan e incluso superan a los de los soldados que vienen de conflictos armados. A mayor trauma y abusos infantiles psicológicos, físicos o sexuales, mayor probabilidad de ser víctima de V.G. y prostitución, y de sufrir trauma complejo. Necesitamos personal médico especializado en trauma, sobre todo en los ámbitos de la infancia y la violencia machista, pero también en ámbitos en que se trabaja con víctimas de violencia de cualquier otro tipo. Dado que esta página va de feminismo, nos centraremos especialmente en las mujeres porque son las que sufren TEPT (Trastorno de Estrés Post Traumático Complejo) en mayor medida.
Estos son algunos de esos síntomas, pero antes, es necesario aclarar, que no hace falta tenerlos todos o que sea necesaria una violencia extrema para que exista Estrés Post Traumático. Además todos estos mecanismos físicos y psicológicos que vamos a relatar operan a nivel inconsciente. La víctima no provoca esto, ni vive estancada en el pasado, el tiempo no cura el trauma, lo cronifica, la víctima no está loca, ha sido abusada, no elige esto, no puede pasar página, no es negatividad, ni mera ansiedad debida a proyecciones de futuro sin relación con el presente. Son daños físicos en el cerebro, daños reales que se pueden observar en una resonancia magnética. Daños, generados por violencias reales; físicas, psicológicas, sexuales, por parejas, figuras de confianza, negligencias parentales en la infancia, padres narcisistas, ausentes, que la privaron de amor y cuidados imprescindibles en esa etapa, incluso sin que haya habido daño físico, imaginen cuando los hay. Todo esto genera una suerte de traumatismos cerebrales producidos por esas negligencias y/o hechos violentos traumáticos del pasado. Recalcar también que aunque muchas de estas cosas de manera aislada les ocurra a muchas personas de vez en cuando, estamos hablando de síntomas combinados que persisten y se mantienen a lo largo del tiempo. Comenzamos:
-Hipervigilancia. La hipervigilancia es un estado aumentado de sensibilidad sensorial acompañado de una intensidad exagerada de los comportamientos cuya finalidad es detectar amenazas. La hipervigilancia también va acompañada de un estado de ansiedad aumentada que puede causar agotamiento.
-Hipersensibilidad. Se suele confundir o sobre diagnosticar con ser PAS (Persona Altamente Sensible), o «Empaths» (personas con empatía extrema), ambos términos muy de moda hoy, o con el mal llamado «Síndrome de María Teresa de Calcuta» achacado muy comúnmente a las mujeres por nuestro rol asignado forzosamente de cuidadoras… Cuando en realidad este comportamiento o forma de sentir hipersensible es síntoma de trauma/s, que nos hace estar constantemente pendientes de las emociones y sufrimiento de los demás, aprendemos a anticiparnos a las acciones y reacciones de los demás para poder sobrevivir, para evitar su sufrimiento, su enfado, nuestro abandono, nuestro maltrato por no ser o comportarnos como se espera de nosotras.
Esto también hace que estemos siempre hipervigilantes ante el posible peligro, que cuando nos maltraten lo más mínimo saltemos de manera exagerada, que no soportemos que maltraten a los demás, animales incluidos, ser extremadamente protectoras, que vayamos recogiendo y socorriendo de manera compulsiva a cada persona y animal que sufre, excepto a nosotras, y saltemos en su defensa aún cuando nos perjudica o incluso nos ponemos en gran peligro.
Que cualquier película donde exista violencia simbólica o gráfica, sea física, sexual, verbal, psicológica o simbólica, puede actuar como «disparador» o «desencadenante» (conexión entre la mente consciente y los recuerdos traumáticos bloqueados por el subconsciente), y hacer que lo vivamos y sintamos como si estuviera ocurriendo, y aún más intensamente de lo normal en cualquier persona con una empatía equilibrada. Sentimos que nos están agrediendo en vivo y en directo, la mente no distingue ya de por sí entre fantasía y realidad, es como si una herida infectada se abriera, como si nos dieran una bofetada tras otra, y esto puede disparar síntomas físicos y psicológicos; taquicardias, ansiedad, ataques de pánico, tristeza… Revivimos en el cuerpo lo que nuestra mente no recuerda y no ha sido capaz de procesar. Esto ocurre, por ejemplo, con la violencia machista simbólica, que es en sí violencia que puede llegar a generar traumas por sí misma, pero en los casos en los que ha habido además otras situaciones de violencia traumáticas, se magnifica aún más el dolor y la reacción física y emocional.
-Dificultad para regular los impulsos:
El Estrés Post Traumático sobrecarga el sistema límbico provocando una liberación constante de hormonas y neurotransmisores, creando un sistema perpetuo de ansiedad, hipervigilancia e hiper activación generadas por el sufrimiento sostenido. Esto crea la incapacidad de regular las propias emociones y una hipersensibilidad en general y congelación ante los problemas, pero sobre todo gran sensibilidad al maltrato y al daño propio y ajeno. Es como si quien responde a los estímulos fuera tu niña que aún está siendo abusada. Hace que cuando otras personas traten de maltratar o abusar de la víctima de cualquier manera, incluso de forma muy leve, y aún cuando el daño no sea físico, o siendo este un maltrato muy sutil, se produzcan explosiones de ira y/o ataques de llanto y reacciones aparentemente exageradas o fuera de lugar. Pero la ira no es mala, es una emoción adaptativa que nos informa de que ya no podemos más, de que hay algo que cambiar o no debemos tolerar, y en este caso, es tanta tristeza y sufrimiento acumulados e ignorados, que pueden brotar como un volcán en erupción. Lo que si es malo, es vivir ancladas en ella, ser adictas a ella, que es lo que le ocurre a muchas víctimas de trauma. Y lo que es aún peor, es repetir con nuestros hijos e hijas la violencia a las que nos sometieron a nosotras como respuesta automática del trauma no sanado.
–Indefensión aprendida. Aún cuando el trauma te vuelve mucho más sensible al maltrato al punto de producirte estallidos de ira y/o llanto, cuando este ocurre a cualquier nivel, al mismo tiempo te paraliza y te impide reaccionar más allá del estallido emocional, y salir del círculo de maltrato produciendo un desgaste terrible a nivel físico y psicológico.
-Disociación: sensación de irrealidad, de estar en un sueño, de desconexión de ti misma, de no estar en tu cuerpo, como si estuvieras observándote en una película, sensación de no pertenecer a este mundo. Entumecimiento emocional, cuesta llorar y sentir las propias emociones, como por ejemplo hablar de las cosas horribles que te sucedieron sin pestañear o sin que aparentemente te afecten, mientras la persona que las escucha se queda horrorizada escuchando sin entender como lo puedes contar tan tranquila, incluso llegando a pensar que te lo estás inventando precisamente por tu falta de emocionalidad. Sensación de que el tiempo pasa de forma diferente, perder el hilo de las conversaciones cuando te están hablando (niebla mental que se ve desde la otra parte como falta de interés) con una sensación de lejanía de las voces y ruidos, inclusive de la persona que te está hablando en ese momento. Encontrarte a menudo con la mirada fija en un punto en el horizonte sin pensar, pero no precisamente por estar en estado de relajación, sino de desconexión porque tu cuerpo y tu mente no pueden más. Encontrarte meciéndote de lado a lado sin intencionalidad. Percibir tu cuerpo como algo extraño que no te pertenece. Por ejemplo, que te esté violando o violentando tu pareja o un putero y tener la sensación de que tu cuerpo no es tu cuerpo, de que no es para tanto y de que se lo están haciendo a otra persona como si fuera una película ajena a ti. Tener la sensación de que has tenido un flashback horrible pero al momento no recordarlo. Te cuesta recordar cosas básicas cómo qué edad tienes, tu DNI o tu nombre si te lo preguntan sin esperarlo.
-Disonancia cognitiva ante el abuso traumático: En la disonancia cognitiva hay una contradicción entre lo que pensamos y sabemos que es bueno para nosotros o para los demás y lo que hacemos, y /o entre lo que dice el otro y lo que hace. Esto deja a la víctima en una especie de shock culpabilizador y ante la imposibilidad de cortar lazos con el abusador a pesar de saber en el fondo que nos están haciendo daño y que no está bien. En este proceso y conjunto de creencias intervienen; el «gaslighting» o «luz de gas» del abusador, el auto menosprecio, auto engaño, culpa, justificación y minimización del abuso por ambas partes (abusador y víctima), falta de autoestima y de confianza en el propio criterio, que también hace creer a la víctima que merece ese abuso o que lo provoca. Cuando el sufrimiento se enquista ya se ha dedicado mucho tiempo y recursos a esa relación y viceversa, lo que hace mucho más difícil dejarla. En muchos casos existe además dependencia económica, el aislamiento de la red de apoyo de la víctima, el qué dirá el resto de la familia, todo esto, obviamente, se da de manera inconsciente y debido al maltrato previo, impide a la víctima abandonar el vínculo traumático y la coloca en una posición de gran daño y riesgo.
-Odio o hipersensibilidad a los ruidos, conocido también como Misofonia. Los ruidos altos, de obras, alarmas, ronquidos, crujido de huesos, petardos, perros constantemente ladrando, o ruidos repetitivos, gotas de agua, pasos, gente comiendo, dedos golpeando una superficie repetitivamente, llegan a producir gran malestar, irritabilidad e incluso agresividad, rabia e ira.
-Misokinesia, lo mismo que la Misofonia pero con los movimientos repetitivos. Se genera un estado de nerviosismo, alteración, incomodidad y malestar que aparece cuando nos encontramos frente a una persona que realiza sin interrupción pequeños tics o movimientos corporales.
-Sobresaltos y reacciones exageradas ante amenazas o peligros que cualquier otra persona identifica como menores o sin importancia, incluso una persona que alza la voz de manera repentina o que alguien te llame o aborde en la calle.
Sueño muy ligero que se interrumpe al más mínimo ruido o movimiento.
Querer dormir todo el tiempo para no sufrir, pero muchas veces no poder por culpa de las pesadillas y el insomnio retrógrado.
Pesadillas o flashbacks nocturnos constantes que tienen o no que ver con los hechos traumáticos. En algunos casos estas sí puede ser sueños repetitivos cual películas fieles del hecho concreto o muy similares, como los flashbacks que ocurren estando despiertas. Pero en otras ocasiones pueden ser solo sueños que evoquen las emociones de esos hechos, y que este sueño se repita constantemente, o varíe despertando con mucho malestar y angustia. Por ejemplo, un sueño simbólico que evoque como nos sentíamos, que intentes moverte y no puedas (congelación de la víctima ante una violación o imposibilidad de huir de la casa de tus agresores cuando fueron tus padres), que estés en una casa tenebrosa que se cae a pedazos, donde las luces no funcionan, el agua sale negra: la casa es nuestro estado emocional, de miedo, indefensión, soledad, tristeza profunda.
-Flashbacks estando despierta, es decir, repetición de recuerdos no deseados a través de pensamientos intrusivos que no se pueden controlar ni evitar, sin o con disparadores, como puede ser una película, persona, olores, palabras que te recuerdan las agresiones, al agresor o el momento de la agresión o dónde tuvieron lugar que activan en el cuerpo un estado de hiper ansiedad e hipervigilancia como si los hechos estuvieran sucediendo en ese momento.
También actúan como disparadores retraumatizantes las situaciones en que los perpetradores son tus propios padres o familia y tienes que volver a la casa donde ocurrieron, como suele pasar en Navidad o vacaciones, el día del padre o de su cumpleaños, o incluso su muerte, si este fue nuestro agresor, etc. Aunque ninguno de esos hechos esté ocurriendo y aunque la relación esté incluso normalizada. Ya no hablemos si además de esto, el vínculo traumático sigue, y los perpetradores o sus cómplices siguen maltratando de igual u otras formas, desvalorizando, humillando, recordando los hechos traumáticos, negándolos, discutiendo sobre ellos, etc.
-Reaparición del trauma con más fuerza al ser madre: Muchas mujeres experimentan con desolación que al tener hijos/as, cuando éstos/as cumplen la edad que tenían al ocurrir el hecho o hechos traumáticos, el trauma vuelve como un torbellino y con más fuerza que nunca, incluso aunque pensaras que estaba totalmente olvidado, e incluso aunque hayas hecho terapia especializada.
–Somatización:
El estado de alerta constante causa GRANdaño al sistema nervioso y al sistema inmunológico, al estar constantemente en modo ataque-huida inyectando cortisol en sangre todo el tiempo, por lo tanto incrementa exponencialmente el riesgo de sufrir enfermedades mentales, demencia, ansiedad, ataques de pánico, tristeza profunda, depresión… Y a nivel físico puede producir problemas de salud crónicos, úlceras y otros problemas digestivos, fatiga crónica, mayor riesgo de coger más virus con peores evoluciones, ser más proclives a desarrollar fibromialgia, cáncer, y otras enfermedades inflamatorias, auto inmunes y cardiovasculares.
A nivel cerebral, el cerebro lucha tanto por bloquear los recuerdos traumáticos para poder sobrevivir, que acaba dañando la memoria a corto, medio y/o largo plazo, causando también problemas de concentración, y de repente algo que antes no te costaba, como leer, memorizar, o incluso encontrar las palabras adecuadas resulta ahora muy difícil. Esto ocurre porque el lóbulo pre frontal, el encargado del lenguaje, queda adversamente afectado por el trauma y este se interpone en la función lingüística. Cuando el daño o maltrato se produce a edades muy tempranas puede afectar gravemente al desarrollo cognitivo y a la capacidad intelectual de los/as niños/as de por vida.
Pulsaciones altas en estado de relajación y sin motivo aparente (120).
Aunque tu mente tenga los recuerdos bloqueados todo el tiempo o en determinados momentos, incluso aunque no tengas recuerdos ni flashbacks, el cuerpo no olvida, como bien dijo el Dr. Bessel van der Kolk,el cuerpo lleva la cuenta, en su libro con el mismo nombre, y actúa como si el peligro siguiera estando ahí en forma de síntomas físicos y reacciones cuyo origen viene de la mente subconsciente y del trauma no sanado.
Esto se puede traducir también en gran tensión y dolores musculares, bruxismo intenso, e incluso acúfenos o tinnitus derivados de éste. Esta tensión continua también puede originar ganas de orinar constantes, problemas de vaciado, debido a que el estado de tensión afecta al músculo de la vejiga, y cuando el sistema nervioso está muy dañado, pueden producirse incluso daños neurológicos, y temblores, a veces tan fuertes que se pueden confundir como ataques de epilepsia. Es muy común que esto se de después de la activación de disparadores o flashbacks del trauma.
-Introversión y timidez, a veces extrema, y que no siempre estuvieron ahí. Hay muchos casos de mujeres que antes de la violencia sufrida eran niñas o mujeres extremadamente extrovertidas y sociables, y justo después, cambiaron radicalmente, pero debido al desconocimiento o a que no lo recuerdan bien por el trauma, o porque eran muy pequeñas, pensaron que esa timidez e introversión eran parte de su personalidad, cuando no es así, es un síntoma del trauma mismo. Esto suele venir acompañado también con sentimientos de culpa, vergüenza, de no valía, de no merecimiento, de estar dañadas, porque como no valías para tu pareja maltratadora o para tus padres maltratadores, esto se convirtió en tu auto lenguaje y en tu identidad, produciendo por ende, falta de autoestima y confianza en ti misma que es además reforzada por la cultura patriarcal…
-Vivir en constante estado de estrés e hipervigilancia, es decir en un estado de lucha-huida, que deja el cuerpo y la mente agotados, y lo que se traduce en;
-Apatía, inacción, sensación de ir a la deriva, procastinación, dificultad para salir de la cama o realizar tareas simples como asearte, recoger u ordenar tu cuarto/casa, ir al súper, dificultad o imposibilidad de empezar o acabar lo que empiezas, dificultad para tomar decisiones o llevarlas a cabo una vez las tomas. Todo esto suele confundirse y mal diagnosticarse con TDH, junto a la falta de concentración, o achacarse incluso a mera vagancia por la propia víctima o por su entorno cuando en realidad está desbordada, sin energía, con sentimientos de desesperación, impotencia y desesperanza, lo que aumenta el sentimiento de culpa porque no puede evitarlo ni salir sola de ese estado de agotamiento, letargo y congelación.
-Aislamiento social pero al mismo tiempo deseo imperioso de conexión; cancelación de planes en el último minuto por sentimientos de no valía, de no merecimiento, de miedo social, tardar mucho en contestar mensajes o en coger el teléfono, irse de fiestas o reuniones sociales sin avisar…
-Dificultad para confiar.
-Evitación de personas, lugares, o situaciones que recuerden el hecho traumático.
-Sensación de peligro constante y de estar rodeada de personas peligrosas(lo cual desgraciadamente en muchos casos tiene base real, pasada y presente, siendo mujer en un patriarcado).
-Irritabilidad.
– Poca o nula paciencia.
-Rabia, ira.
–Sensación de estar al límite.
-Hostilidad, o, en el otro extremo:
-Súper complacencia.
-Atracción inconsciente por parejas con rasgos narcicistas y psicopáticos debido a que es todo lo que conocimos en nuestra infancia/primeras relaciones, es el único entorno conocido «seguro».
-Gran tolerancia a comportamientos abusivos.
-Dificultad para poner límites.
-Tratar de «arreglar » a los demás.
-Miedo al abandono.
-No atender, olvidarse de las necesidades propias en beneficio de las de los demás.
-Perfeccionismo, necesidad de probar que valemos: inconscientemente se piensa que así lograremos que nos quieran, nos acepten o simplemente no nos abandonen o agredan. Creemos que así no volveremos a pasar por las situaciones donde nuestros padres o parejas nos criticaban constantemente, nos hacían sentir que no éramos suficientes, nos ignoraban o nos agredían si no nos ceñíamos a lo que esperaban de nosotras.
-Comportamientos auto destructivos: Ej.; sexualidad compulsiva sin protección, normalización de la violencia sexual y prostitucional, y de prácticas violentas como la asfixia, el Bondage donde casualmente más del 80% de las «sumisas», es decir, las que reciben la violencia, son en su mayoría mujeres. También;
-Autolesiones.
-Adicciones, a sustancias, comida, sexo y ejercicio compulsivos, etc, para tapar el dolor y los sentimientos de culpa, vergüenza, y no valía que dejaron los abusadores…
-Trastornos alimentarios.
-Pensamientos suicidas.
Si te ves reflejada en muchos o la mayoría de estos síntomas, busca un/a especialista en trauma. No vale con meros psicólogos/as clínicos sin especialidad o con especialidades diferentes al trauma, ni con psicoanálisis, ni con terapias cognitivo conductuales por sí solas, esto no es suficiente. En los casos de trauma complejo todo esto sirve de poco o nada si no va acompañado también de las terapias específicas que vamos a relatar a continuación. Tampoco te fíes de ningún/a terapeuta que te culpabilice o minimice tu dolor, esto no solo es violencia y mala práctica, es falta de empatía e inteligencia emocional injustificable en un profesional de la psicología. Es revictimización, está prohibidísimo en todos los manuales de psicología de trabajo con víctimas y es señal de que no saben trabajar con víctimas, ni están actualizados, ni formados, o de que, si lo están, no han asimilado nada en dichas formaciones. También desconfía de quien te obligue a repetir o escribir una y otra vez en un loop infinito las experiencias traumáticas con la excusa de la desensibilización, en el Estrés Post Automático Complejo esto solo sirve para retraumatizarte más y para empeorar el cuadro. Es necesario acudir a especialistas con titulaciones y experiencia probada y actualizada en trauma, o de lo contrario pueden llegar a empeorar y cronificar el cuadro.
¿Qué tipo de terapeutas buscar?
-Especialistas en tratamiento de trauma, tanto simple, como especialmente en trauma complejo .
– Especialistas en Terapia Sensoriomotriz y terapia corporal.
-Especialistas con experiencia probada en la aplicación de la técnica EMDR – Técnica terapéutica utilizada para desensibilizar y reprocesar traumas psicológicos.
Vivimos en un sistema que nos rompe individual y colectivamente, y luego nos echa la culpa por estar rotas y nos carga con la responsabilidad y el gran gasto económico de sanar, algo que muchas no se pueden permitir por el enorme costo. Sé paciente contigo misma y con tu proceso.
Investigaciones sobre trauma y V.G. de la Dra. en Psicología Carmen Delgado Álvarez, Directora del Posgrado en Intervención Multidisciplinar en Violencia de Género» 2023.
Dr. Bessel van der Kolk, «El cuerpo lleva la cuenta» [2014]. «Trauma y Memoria» [2018].
Dra. Ingeborg Kraus, «Seeing the Shadow Women: The Hidden Victims of Prostitution», [2020].
Dra. Harvey, «Trauma survivors have symptoms instead of memories». (Las víctimas de trauma tienen síntomas en lugar de recuerdos) [1994].
Dr. Gabor Maté, «Cuando el cuerpo dice no» [2020], «El mito de la normalidad: Trauma, enfermedad y sanar en una cultura enferma» [2023]. «Mentes dispersas: Los orígenes del déficit de atención» . [2023].
Dr. Iñaki Piñuel, «Amor Zero» [2015], «Familia Zero» [2020], «Libertad Zero» [2023], «Mobbing» [2001], «Mi jefe es un psicópata» [2021]. https://www.youtube.com/@DrInakiPinuel
Hay políticos y políticas y sus fieles, que más que a un partido parecen pertenecer a una secta donde no cabe la negociación, la crítica ni la legítima petición de cuentas por lo incumplido. No se han enterado aún de que las mujeres, o al menos, muchas, hemos salido de la jaula, nos hemos quitado la mordaza y la venda de los ojos, y que ya no nos callamos ni volvemos más a ella, aunque los carceleros sean los «buenos» entre los carceleros, aunque sean de los «nuestros». Ya no sirve «tus derechos para luego», ya no sirve «vota por el bien común», si eso significa sin nuestro bien y contra nosotras, ya no sirve trabaja gratis por los demás pero olvídate de ti.
Y el problema, y ya me pueden caer arriba con toda la bilis que quieran, no lo tenemos quienes no pensamos volver a eso, el problema lo tienen las y los que han normalizado el sistema del sometimiento y la esclavitud de las mujeres dentro de nuestros propios partidos que os pensáis que nuestro deber sigue siendo la milenaria costumbre de callar y acatar lo que nos diga el patriarca / cabeza de partido de turno sin rechistar, aunque esto vaya contra nuestra dignidad e integridad física, psicológica y sexual y la de nuestras hijas/os. Vosotros sois los únicos/as culpables y cómplices del avance de la derecha.
No es culpa de las feministas críticas, como señaláis acusándonos de ser fascistas y de ser de Vox mientras intentáis silenciarnos y censurarnos por no dejarnos someter más. Es culpa de vuestra misoginia internalizada, es culpa de vuestro interiorizado sistema de castas donde creéis aún que lo nuestro, que percibís como inferior y menos importante como lo hacéis con nosotras, no importa, y que los derechos humanos de las mujeres, nada menos que el 51% de este país, se pueden dejar siempre para luego como se ha hecho históricamente desde la izquierda, e incluso borrar los derechos ya conseguidos del mapa como habéis hecho con las leyes T , Sólo sí es sí, etc.
No nos da la gana de seguir apoyando a ninguno de nuestros maltratadores o maltratadoras, y menos con el único argumento de que el otro es peor. Les vamos a hacer el primer spoiler, la derecha está ahí siempre queriendo hacerse con el poder y destrozar todo lo conseguido, siempre lo ha estado y siempre lo estará. VOX no es un partido nuevo, es el ala ultra de toda la vida del PP, es una parte del PP, como lo fue Ciudadanos, que simplemente se atreve a decir lo que piensa. El miedo al otro no es un argumento válido cuando es el único argumento partidista y aliciente para nosotras.
¿Es que no veis el nivel de alienación e injusticia rampante que hay ahí? Claro que no, porque no nos veis como ciudadanas de pleno derecho, seguimos en inferioridad en el imaginario colectivo, incluido en el de los nuestros, y las nuestras, si lo sabía bien Beauvoir.
Porque el colmo es que muchas defendéis esto, aunque se gobierne sistemáticamente contra nosotras, y tenéis la osadía de llamaros y llamar a eso feminismo, mientras señaláis a las “feministas críticas” como culpables, como si hubiese otra forma de ser feminista, e incluso venís a nuestros espacios, muros y páginas a coartar nuestra libertad de elección, a acosarnos y atacarnos por nuestra postura de estas elecciones. Pues les vamos a hacer el segundo spoiler, y sí también vamos a repartir carnés que ya sabéis que nos encanta:
Si no es crítico, no es feminismo, si no molesta, no es feminismo, quienes no solo no sois críticas con nuestras opresiones sino que apoyáis a quienes las implementan sin rechistar, por mucho que pongan a una mujer al frente a hacerlo no sois feministas, sois fieles lacayas de las manos que nos silencian, oprimen y explotan, sí, aunque también seáis víctimas, aunque los victimarios sean “de los nuestros”, y aunque algunas incluso llevéis años mamando del bote de la política institucional apoyando cualquier rumbo que ésta tome, aún siendo en las antípodas de la agenda feminista, de nuestros derechos y de lo que necesitamos las mujeres.
Las probabilidades de que un joven vea pornografía hoy en día -a propósito o por accidente- son muy altas. En un informe reciente de Common Sense Media, tres cuartas partes de los adolescentes admiten haber visto pornografía antes de los 17 años. La edad media de la primera exposición es de 8 años. De los encuestados, casi el 60% afirma que la primera vez que vio pornografía fue por accidente.
¿Qué le ocurre a una mente joven e impresionable cuando consume material sexualmente explícito? La exposición a la pornografía puede afectar considerablemente al desarrollo y la salud mental de un niño. Siga leyendo para saber cómo afecta la pornografía al cerebro adolescente y los peligros que supone para el bienestar psicológico y emocional de las mentes jóvenes en desarrollo.
Los varones no «apoyan» a sus mujeres para que puedan quedarse en casa cuidando de los hijos e hijas de ambos.
Las mujeres son las que apoyan las carreras de sus maridos renunciando a cobrar por su trabajo, renunciando a su vida profesional y a su autonomía personal y económica para proporcionar cuidados 24h no remunerados. Haciendo de cocinera gratis, que en muchos casos significa la organización, planificación y preparación de más de 600 menús al año con la cantidad de horas que eso conlleva; planificación, compras, preparación, en el mejor de los casos más de 1200h de limpieza y lavandería, en el peor muchas más, y otras tantas en tareas varias de gestión y organización del hogar que se quitan de su propio crecimiento personal, laboral y educativo. Y ya no hablemos si además hay hijos/as; triple carga mental y física, triple planificación, organización, compras, médicos, vacunas, tareas, reuniones del colegio, etc, etc…
Todo esto, nos frena profesionalmente, nos deja expuestas a más control y violencia, nos impide reclinarnos o seguir formándonos en un mercado laboral cada vez más competitivo, y por ende, además del sesgo de género, tenemos menos posibilidades de mejorar en el empleo cuando además trabajamos, o promocionar, porque contamos con muchísimo menos tiempo libre que los varones para formarnos, reclinarnos, actualizarnos, esto es el suelo pegajoso por el cual las empresas nos imponen el techo de cristal.
Si fueran a pagar todo el trabajo gratuito, y en la mayoría de casos no deseado, ni agradecido ni reconocido, que realizan sus mujeres no les daría con tres salarios. Pero lo peor de todo, es el sacrificio de la salud mental y física que conlleva esta sobrecarga y esta reclusión al ámbito doméstico, el estar todo el día metida en casa cuidando, renunciando a tus sueños y proyectos personales porque no te da la vida ni la energía para nada más. Eso que Betty Friedan llamaba «El problema que no tiene nombre», un malestar difuso que tenían la mayoría de amas de casa y que hoy llena las consultas de atención primaria, y cuya única salida por parte del sistema médico y político es solucionarlo a golpe de recetas de ansiolíticos, antidepresivos y diazepan.
Diversos estudios de universidades de todo el mundo que hemos publicado aquí a lo largo de los años, tanto en el campo de la sociología, como de la psicología, dejan claro que el principal escollo en el desarrollo profesional de las mujeres no son en realidad los hijos/as, sino los maridos, que actúan dejando una sobrecarga mayor que la de toda los hijos juntos, simplemente renunciando a hacerse cargo de sí mismos y de su parte en los cuidados y las tareas del hogar. Y esto, es tan así, que el reparto inequitativo de las tareas domésticas y la sobrecarga en las mujeres con ellas, está entre las 3 primeras causas de rupturas según los buffet de abogados especializados en separaciones.
Por poner un ejemplo en 2016 en España en solo una comunidad, 400 mujeres solicitaron reducción de jornada frente a 40 hombres, en 2017, 200 mujeres frente a 10 hombres. Los datos hablan por sí solos.
Sin un cambio cultural y educativo acompañado de politicas eficaces jamás acabaremos con esta grave problemática.
Ayer tuvo lugar la clausura de la XX Edición de la Escuela Feminista Rosario Acuña, para las que no pudieron tener la suerte de acudir presencialmente u online, aquí les dejamos las sesiones:
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